Patricio Vega Contreras
"Todo el pueblo con el Gobierno para defender la Patria. ¡Viva Bolivia! ¡Viva Perú! ¡Abajo Chile!". Este es el titular de la portada del diario El Comercio de Bolivia del viernes 28 de febrero de 1879 y que daba cuenta de los primeros pormenores de la Guerra del Pacífico.
El ejemplar no está archivado en la Biblioteca Regional, sino lo conserva un cuadro sujeto a una de las paredes del restorán "Chico Jaime", una singular picada sazonada de sabores e historia. Algo que resulta casi irresistible para sus clientes.
Con casi 40 años de funcionamiento (desde 1977) en el Mercado Central, este restorán tiene mucho que contar. Los comensales pueden disfrutar de platos que van desde los 3.200 pesos hasta la especialidad de la casa, con un valor por persona de $12.800, donde los mariscos y pescados son la estrella indiscutida de la carta.
El solo hecho de ingresar a este lugar constituye una singular aventura. Tras subir las escaleras que conectan al segundo piso, aparecen las primeras sorpresas: un enorme fuelle (instrumento que lanza aire a los fogones), una tina de la época del salitre y varias máquinas de escribir son una especie de aperitivo de lo que viene.
Luego un estrecho pasadizo conduce en forma directa a una puerta que recibe a los comensales con la leyenda "abierto". A partir de ahí surge un mundo diferente donde abundan las mesas con manteles multicolores, los pedidos al por mayor y en el que las garzonas parecen multiplicar sus brazos. Mientras a los costados pueden encontrarse antiguas armas de fuego, máquinas de escribir, un traje de escafandra, fotografías, sombreros, en fin, de todo. Sí, en pleno restorán.
En familia
Silvia Valero Díaz es la dueña del local y trabaja junto a sus cuatro hijas en los diferentes aspectos que involucra un negocio de este tipo, además de otras 11 personas que están encargadas de atender a los clientes. La consigna es buena atención y comida.
Hace nueve años tomó el mando del negocio tras la muerte de su marido, Jaime Rojas, quien puso en marcha este sueño a fines de los 70 y que hoy es una marca registrada en Antofagasta. Lejos están los días en que ese lugar era una enorme bodega, repleta de cajas, desperdicios y palomas.
Y esos primeros años están grabados a fuego en esta empresaria. Sólo con lo aprendido en su casa, se convirtió en la cocinera del aquel entonces incipiente local, labor que realizó por más de 30 años y que ahora es relegada por una de sus hijas que es chef.
Hoy el ritmo en el local es intenso y no para hasta la noche. La gran variedad de platos, el contundente pebre, los pedidos, la gran cantidad de gente y su ambiente histórico lo convierten en una de las picadas internacionales de Antofagasta, según consta en las páginas turísticas.
Colección
La razón es fácil, este restorán mezcla en forma perfecta su rica gastronomía y la historia, donde cada objeto tiene una explicación. De hecho, al llegar muchos clientes se detienen en el pasillo o se levantan de sus mesas para dar una que otra mirada a diarios antiguos, fotografías y sombreros.
"Mi esposo comenzó con todo esto apenas abrimos. Como era conocido por vender en la calle, la gente le ofrecía una serie de cosas y tenemos muchas cosas importantes. Por ejemplo, hay una portada de un diario de la Guerra del Pacífico y otro de la época del salitre (El Industrial). Ahora cómo consiguió los periódicos, no tengo la menor idea, lo único que sé es que tienen un gran valor", cuenta con orgullo la propietaria del restorán.
¿Cuánto dinero hay invertido en estas antigüedades? Silvia Valero reitera que mucho, aunque es honesta en reconocer que no puede cuantificar el monto y "que por el momento prefiero contemplar lo que hay".
Y esto es valorado por quienes llegan al lugar. El ingeniero Enrique Pérez junto con destacar la excelencia de los platos y su abundancia, reconoce que contemplar estos objetos le da un valor extra, algo que no ha visto en otros restoranes de Antofagasta.
Sobre el futuro del "Chico Jaime", su dueña con voz calmada y emocionada, explica que hasta que tenga fuerzas seguirá con su negocio, porque es parte de su vida y siente que es un orgullo que la gente lo reconozca así. "Detrás de esto hay cariño, afecto y mucho esfuerzo", asegura.
Mientras tanto los clientes llegan sin parar a la hora de almuerzo. El ritmo es frenético e intenso en los pasillos y la cocina funciona a mil por hora para satisfacer los diferentes y apetitosos pedidos.
Es el mundo de sabores, esfuerzo e historia del "Chico Jaime".
El espejo
Para quienes visitan el lugar en el segundo salón, un gigantesco espejo (en la foto Silvia Valero junto a sus cuatro hijas) parece vigilar a todos los presentes. Su ornamentación no deja de llamar la atención y constituye una postal inconfundible del local. Este objeto fue adquirido al dueño del mítico galeón que estuvo por años en la costanera, quien emigró hace años de Antofagasta y se estableció en Iquique.
El "socio" escafandra
Uno de los "tesoros" que más admiración despierta entre los visitantes es el traje de escafandra, el que cuenta con todos sus implementos en perfecto estado. "Este antiguo traje de buzo fue traído desde Coquimbo por mi esposo, quien se lo compró al señor Peña. Mi compadre lo trajo en una camioneta desde la Cuarta Región y una vez instalado en el local, se convirtió en una atracción", cuenta Silvia Valero, quien cariñosamente lo llama el "socio", en gran medida por la buena suerte que trajo desde su llegada.
"Congrio Margarita" "Vendíamos en la calle"
Los primeros años no fueron fáciles para el matrimonio de Jaime Rojas y Silvia Valero. La pareja venía desde Coquimbo con dos hijos pequeños y arribaron a la ciudad en busca de nuevos horizontes. "Jaime tenía un cacharrito y en eso vendía en la calle. Llevaba las lechugas y verduras a las poblaciones, que en ese tiempo eran pocas, no como ahora. Y después el alcalde de esa época, como mi esposo era conocido, lo llamó en 1977 para que se hiciera cargo de esa parte del mercado. Tras limpiar dos meses, nace el restorán Chico Jaime", narra la dueña del local.
La oferta es amplia y generosa en este restorán. Los platos son abundantes y van desde el menú de la casa, hasta el plato estrella que es el "Congrio Margarita", una creación gastronómica de la dueña del local que es acompañada de mariscos y que promete dejar contentos a los comensales. A ello se suma su reconocido y aplaudido pebre. El menú vale 3.200 pesos y el plato más caro cuesta $12.800 por persona.