Recientemente se desarrolló en Chile el I Foro Latinoamericano de Infraestructura, un evento que reunió a expertos en torno a los distintos desafíos que enfrenta el continente en esta materia, entre ellos la creciente escasez de agua. El estrés hídrico es hoy por hoy un problema global, y América Latina es una de las regiones más afectadas, incluyendo a Chile, que pese a tener más de 1.200 ríos y una costa extensa en el Océano Pacífico, está enfrentando una megasequía, como lo denominó el Centro del Clima y la Resiliencia de la Universidad de Chile.
Investigaciones recientes estiman que cerca del 70% de la población del país vive en zonas secas donde la cantidad de lluvia ha disminuido. Por esta razón, urge implementar soluciones que permitan asegurar el suministro para la población y actividades como la agricultura, la industria y la minería, entre otras.
La buena noticia es que existe preocupación sobre la materia. De hecho, el exPresidente Eduardo Frei, destacó que con el 33% de los recursos hídricos renovables del mundo y con el 18% de la población del planeta, Latinoamérica es el continente con la disponibilidad de agua más alta del mundo, pero al mismo tiempo, con una enorme inseguridad económica del recurso, lo que se relaciona con el déficit de infraestructura, capital humano, institucional y financiero, que lleva a situaciones de escasez.
La desalinización podría llegar a ser una real alternativa también para la agricultura y otras industrias. En el mundo existen cerca de 20 mil de estas plantas en 150 países, las que pueden abastecer de agua potable a unos 300 millones de personas. El 64% de ellas se destina a la producción de agua potable, el 34% al consumo industrial y sólo 2% a riego. América Latina concentra el 8% de la capacidad instalada, en tanto que el liderazgo lo tiene Medio Oriente y el norte de África, con 31%, seguido de Europa (25%) y Norteamérica (15%).
En cuanto a los costos de producir agua desalada, dependiendo del país y tamaño de la planta, hoy fluctúa entre 0,75 y 1,25 US$/m3. Sin embargo, se prevé que gracias a las mejoras tecnológicas y bajas en los costos de la energía y de la inversión en este tipo de sistemas, estos valores se reduzcan a la mitad en los próximos 20 años.
Existe la experiencia y capacidad técnica para construir plantas desaladoras, cuyos costos serán cada vez menores: ¿qué falta entonces para poder potenciar esta tecnología?
Bernard Bon
Director de Proyectos BOT SUEZ Latinoamérica