Hace años que en Antofagasta las operaciones portuarias son criticadas por parte de la población en cuestiones vinculadas a la contaminación. El centenario terminal, en efecto, registró problemas durante décadas. Los antofagastinos más antiguos saben que allí se acopiaron minerales al aire libre; algunos de procedencia nacional y la mayoría de origen boliviano, ya que debe recordarse que Antofagasta presta el servicio a ese país, como parte de los acuerdos del Tratado de 1904.
Pero desde entonces las cosas han ido mejorando objetivamente, aunque se han producido problemas puntuales (solo basta recordar las sanciones de la autoridad para con el operador). Sin embargo, hoy los acopios están confinados y el proceso de embarque se realizará de forma hermética. Se trata de un hito relevante para la historia del terminal marítimo local.
Esto implica el cierre -para estas faenas- de la bodega Tegm (Terminal de Embarque de Graneles Minerales), de modo que solo opera el Raec que presta servicios a Sierra Gorda y que tiene estándares certeramente altos.
Con todo lo anterior se está dando cumplimiento a los compromisos adquiridos en el marco del Acuerdo de Producción Limpia.
Lo anterior busca poner en antecedente todo lo que se ha avanzado.
¿Puede ser mejor aún? Por cierto que sí.
Sin embargo, es complejo que todo lo que se debate hoy de contaminación en Antofagasta se relaciona solo con este terminal. Eso es falso y es un error. Asimismo, se citan cifras de cáncer, a sabiendas que muchos, sino la mayoría, son efectos derivados del consumo de agua con arsénico en la década de los 60. ¿Están conscientes quienes hacen estas afirmaciones de la magnitud del daño a la imagen de la ciudad? ¿Pueden afirmar que todo se relaciona exclusivamente con el Puerto? ¿Son EPA y ATI los únicos operadores en la bahía que embarcan minerales? ¿No hay ningún efecto atribuible a la contaminación histórica?
Antofagasta puede convivir con su puerto y para ello lo que debe garantizarse es que las faenas sean limpias y transparentes, cuestión que la autoridad debe certificar. Sin embargo, si todo lo anterior no se reconoce y solo se emiten señales confusas, en la ciudad seguirá campeando un proceso kafkiano.
Si hay contaminación debe sancionarse, pero eso, a la luz de los hechos ha sido, objetivamente, mitigado.