El contundente fallo de la Corte Internacional de Justicia a favor de Chile es un enorme triunfo para la posición nacional y una evidencia de la debilidad del caso presentado por el presidente Evo Morales.
También es un dictamen de una enorme magnitud para el derecho internacional. Era indudable que muchos estados observaban con muchísimo interés la resolución del Alto Tribunal, toda vez que una conclusión distinta abría una "Caja de Pandora" en relación con determinadas obligaciones construidas sobre diálogos y expectativas.
La certeza entregada por la CIJ es elocuente y categórica; de beneficio para el país, pero fundacional para otros litigios que son visibles y otros que están larvándose en distintos puntos del planeta. Este aspecto es sustantivo para entender lo categórico de lo resuelto, aun cuando habrá que estudiar los tres votos que apoyaron la tesis altiplánica.
En definitiva, puede quedar cierta convicción, lo que será materia de estudio de los juristas, de que la Corte, y el derecho internacional son y deben ser cautos y celosos respecto de qué condiciones deben cumplirse para que exista la necesaria "obligación" de negociar, porque una cosa es el derecho y otra, la política que hacen los estados.
Por eso se desecharon los antecedentes dispuestos por los representantes de Palacio Quemado. Aquí se incluyen los acercamientos ocurridos en los años 1920, 1950, 1975, 1986, 2000 y el Acuerdo de los 13 Puntos, incluyendo el "Acuerdo de Charaña", quizás el punto más delicado de los últimos 114 años.
Ya antes había quedado claro que no había posibilidad de modificar el Tratado de 1904, lo que implicaba que nunca estuvo en riesgo la soberanía chilena.
Es cierto que la Corte también precisó que "con la buena voluntad de ambas partes, se pueden llevar a cabo negociaciones trascendentes", sin embargo, aquello podría ser leído como un mensaje propio de un Tribunal que busca la Paz la solución pacífica de las controversias.
Es inevitable pensar que el líder altiplánico ha usado la relación con Chile para favorecer su imagen y a su gobierno y esto ha mermado la imagen chilena. Ante ello, las conclusiones de la CIJ también tendrán un efecto positivo en la forma y fondo de lo que el país ha defendido. Este es también un pasaporte de que Chile ha obrado bien y en derecho con sus vecinos.