Un detalle sorprendente de estos tiempos es la demanda por mayor autoridad, lo que aparece como una solicitud de ejercicio de coerción más severo, aspecto que destacan distintos estudios.
Si esto es así, entonces parte de la población chilena reclama lo que parece un mayor uso de la fuerza, un rol más activo del Estado y sus potestades.
¿En qué se traduce todo esto y qué hay en el reclamo?
Al parecer la gente tiene la sensación de que hay cuestiones que están fuera de control, lo que genera ciertos vacíos y una sensación de incertidumbre, lo que muchos pueden entender como un fallo del sistema, o una ausencia del Estado, cosa obvia para el mundo líquido de hoy.
Es posible que esto explique una demanda por más orden, que solo puede ser ejecutado por la autoridad ad-hoc.
Y es en este contexto que aparecen los discursos que ofrecen supuestas soluciones y juicios en la misma línea de los temores generados en parte de la ciudadanía.
Pero evidentemente el asunto es más complejo, pues debe contarse con una cosa: Lo popular, muchas veces, es enemigo de lo correcto. Y a los líderes les reclamamos por hacer lo mejor y no lo que genera más atención y ganancia en los rankings.
Al tiempo, debemos preguntarnos respecto de algunos de estos mitos. ¿Hay más delincuencia? ¿Hay descontrol en las fronteras? No. Definitivamente, eso no es verdad.
En esta perspectiva la sociedad debe mirar con atención las ofertas que hoy se escuchan y leen. Debe existir una mirada crítica respecto de personeros que ofrecen la "verdad revelada" y se asumen como los mejores portadores de las demandas del pueblo.
Son tiempos complejos donde los liderazgos están sufriendo la crisis de la formación política.
Los verdaderos líderes no solo son parlantes de las mayorías. Ellos deben ofrecer alternativas, explicar, hacer pedagogía, a fin de hacer lo correcto y no solo emitir lo que la gente quiere escuchar.
Lo que está en juego son las libertades personales y la democracia. Nada menos.