Estacionamientos subterráneos IV
"Ojalá que esta solicitud no se pierda y que la diputada Marcela Hernando tenga eco con su propuesta". Carlos Tarragó, Presidente de Corporación Proa
En el año 2008, bajo el título de "Del caos al colapso ¿cuánto hay?", me referí por primera vez en una columna, a la imperiosa necesidad de considerar la construcción de estacionamientos subterráneos en Antofagasta, proyectando una imagen moderna de la ciudad, despejando las calles de la zona céntrica y terminando con la anarquía que se observa desde hace más de una década, dejándolas expeditas para un tráfico fluido. Este desorden se aprecia con facilidad, al ver las vías estranguladas por vehículos estacionados en cualquier parte y en ambos costados, obstaculizando el paso peatonal, provocando serios riesgos en seguridad, etc. Sobre el tema, he continuado, casi obsesivamente, levantando la voz a través de estas columnas, postura que mantendré hasta que el sentido común y la visión de futuro impere.
Al respecto, no puedo más que mostrar mi satisfacción, ante la noticia aparecida en este Diario el domingo pasado, relativa a la iniciativa de la diputada Hernando, de reactivar las gestiones tendientes a evaluar la construcción de estacionamientos subterráneos en Antofagasta. En efecto, mediante un oficio al Serviu local, la diputada solicitó que se declare de interés público la construcción de dichos estacionamientos. Ojalá que esta solicitud no se pierda y que la diputada tenga eco con su propuesta.
Es muy probable que surjan opiniones adversas a la alternativa señalada precedentemente, tal como una vez me la expresó la primera autoridad municipal, argumentado que sus asesores le habían dicho que el suelo de Antofagasta, por ser rocoso, no permitiría excavarlo para construir aparcamientos subterráneos.
Curiosamente, luego un proyecto de la misma municipalidad, el nuevo Estadio Municipal, consideró ese tipo de estacionamientos. Este caso, da para diversas especulaciones, siendo algunas de ellas la que apuntan a que las ideas que no surgen de la autoridad del momento no sirven per se; que la tozudez y el personalismo se imponen; que los asesores municipales carecen de la experiencia necesaria para emitir una opinión calificada o que las autoridades priorizan aquellas obras en las cuales ellas son protagonistas hasta el corte de cinta, por lo que aquellos proyectos que sobrepasan su periodo, simplemente no se consideran, dado que primarían otros intereses.
Como sea la cosa, hoy sería el Serviu el organismo responsable de la evaluación técnica. No cabe duda de que el resultado debería estar alineado a la realidad tecnológica que exhibe la construcción en Antofagasta. Por último, no está de más reiterar que si se utiliza un espacio público para construir estacionamientos subterráneos vía concesión, su ejecución no demandaría recursos públicos ni municipales.