RENDIC Y JODOROWSKY: HERMANOS EN SANTIDAD CIVIL
En la soledad de la noche, en mi mágico mirador Nerudiano, mientras me ajusto la armadura quijotesca de la palabra bella y abrazado por las estrellas , el cielo y el sonido triunfal de mil trompetas galopantes en el Rocinante alado… me pregunto: ¿Es posible asociar, en la grandeza celestial y terrenal , a dos figuras tan distintas y tan distantes, como Rendic y Jodorowsky. Uno, desde la Isla de Brac emigra hacia nuestra Antofagasta; el otro, desde nuestra hermana Tocopilla emigra hacia la vieja Francia. Uno ya viajó hacia las alturas celestiales, el otro aún en la lucha terrenal; uno, Médico y Poeta, el otro, Tarólogo, Terapeuta, Escritor, Actor, Director de teatro y de cine.
Pero, en la belleza del pensar y del leer, en las páginas de "Cabaret Místico", de Alejandro Jodorowsky, milagrosa e irreverentemente, me resulta posible hermanarlos: ambos preocupados de sanar el dolor y las enfermedades de nuestra sociedad. Rendic , Médico que atendía gratuitamente a sus pacientes; Jodorowsky aplicando terapias colectivas gratuitas. Ambos saben que la Cruz tiene interpretación infinita, a veces la cruz como el árbol de la vida, símbolo de tortura, cruce del espacio y el tiempo o el signo más. Ambos, amantes de sus gentes; el uno y el otro, en la búsqueda eterna de la felicidad y el desarrollo de la conciencia plena hacia un mundo mejor.
Es que, así como nosotros testimoniamos la justa beatificación del Doctor Rendic, precisamente en esta obra, "Cabaret Místico", Jodorowsky habla de la santidad civil, la que se construye fuera del templo. Es la Santidad Civil que siente nuestro Médico, en que cada segundo es sagrado, que siente el despertar como un regalo maravilloso de vivir, aquella que acepta con infinito placer su existencia y la de los otros, que dedica su tiempo a construir jardines de bondad, que cree que el pan compartido es el mejor, aquella que se conecta a la fuente sagrada para sembrar el amor, para construir energías vivas de la esperanza, la que bendice en su templo abierto a cada ser para otorgar la salud física y del alma, la santidad que busca la justicia de los humildes, aquella que enseña a amar a los enemigos, como un ejercicio sagrado del corazón para construir un mundo hermano.
Entonces, el Doctor y el Actor; el Antofagastino y el Tocopillano; sabiendo que viven en nuestra sociedad implacable, donde pululan ladrones, criminales, estafadores, locos, padres ausentes, madres invasoras, familias crueles, egoísmos y perversión y benditamente también los buenos; sin embargo, perdonan a través de sus propias heridas, sin juzgar a los otros , porque reconocen que se trata de una desgracia colectiva que, increíblemente, es útil, semejante a la del gusano que se retuerce en el capullo para surgir metamorfoseando en mariposa.
Por ello, con vuestras vidas, distintas y distantes, seguiré mi galope por el desierto, contando y cantando mis versos, perseverando eternamente, como el cactus solitario, que florece en la soledad, el frío, el silencio y la camanchaca.
Así también, algún día, nuestra sociedad, florecerá como la más bella expresión de la creación, hacia el soñado mundo mejor.