Niveles de intolerancia
La inmigración es un fenómeno para nada propio de este momento. Antofagasta y el mundo entero están repletos de estos fenómenos que siempre traen beneficios.
Es probable que el caso más dramático de intolerancia en la historia moderna sea el de la Alemania Nazi enfrentada al mundo judío de Europa. Es una historia conocida, pero que siempre conviene recordar para poner en evidencia hasta dónde puede llegar la odiosidad y destrucción del hombre.
El caso del régimen de Adolf Hitler es más dramático cuando tenemos presente que la sociedad germana gozaba de un gran desarrollo. Es cierto que estaba económicamente destruida tras la Primera Guerra Mundial, pero mantenía vigentes a enormes pensadores y una rica cultura.
Por eso siempre resulta sorpresivo el terrible desenlace que tuvo por cúlmine la llamada "solución final" nacionalsocialista, o la Shoa, para el mundo hebreo.
Muchas tesis se han escrito para intentar una explicación de lo sucedido; y una que se repite es la búsqueda de un chivo expiatorio a quien culpar por ese preciso momento germano.
En realidad, la vida judía siempre estuvo marcada por persecuciones nunca buscadas. Siempre fueron una buena excusa para encontrar culpas en terrenos como la economía, la guerra y hasta las enfermedades. Es así con lo distinto. Una especie de condena sustentada tanto en la ignorancia, como en la falta de educación.
Hoy, Antofagasta enfrenta una mínima parte de aquello, por supuesto en absoluto comparable a la Europa de 1930, pero hasta cierto punto, inquietante.
Es obvio que parte de la población está larvando intolerancia con los extranjeros y hay que indagar el por qué. Se les culpa de la droga, prostitución y asesinatos, y en algunos casos puntuales eso puede ser cierto, pero el error se funda en generalizar y en categorizar a todo un grupo con ilícitos.
La estadística es clara al respecto. La inmensa mayoría de los extranjeros realiza un tremendo aporte a la ciudad, la región y el país. Es una fracción mínima la que presenta problemas, lo que refrendan cifras del Ministerio Público y la Defensoría Regional.
Lo peor que puede pasar es que gane la intolerancia y para revertir aquello se requiere encuentro, conocimiento mutuo y educación. Mucha educación.