Los Ramírez trajeron todo su empuje y alegría desde Colombia
inmigrantes. La excónsul del país cafetero se estableció con su familia en el norte. Recuerda con orgullo sus orígenes.
Jorge Rey y Etelvina Peñaloza trabajaron toda su vida para forjar su destino. Tenían sueños, esperanzas y muchos proyectos. Nacidos en Cundinamarca (departamento) fueron los precursores, los pioneros de las futuras generaciones de constructores, de gente valiosa.
Ángela Ramírez Rey, colombiana, empresaria y veterinaria, quien ejerciera funciones como cónsul de su país en Antofagasta, dice que se siente afortunada de sus raíces y orígenes.
Sus abuelos eran comerciantes. Su abuelo Jorge, comenzó su vida laboral instalando un almacén y luego gracias a su esfuerzo y el apoyo de su esposa, abrió otros locales. Vendía abarrotes, trabajaba sin descanso, lo que les permitió ser un comerciante próspero. En su época tuvieron varios negocios.
Transportes
Después incursionó en el área de transportes. Compró un camión para transportar abarrotes a Bogotá y a la región de Tolima (otro departamento).
Por el lado paterno, sus abuelos fueron Saúl y Fanny. Ellos se dedicaban a las labores del campo. Él tenía caballos, tierras y vivían en el área rural.
Por el lado materno hubo cinco hijos. Toda esa gente de trabajo que se desempeña en diversas áreas. La familia está distribuida entre Bogotá y el Tolima.
"Mi padre y mi madre eran los hijos mayores. Se conocieron en un pueblo pequeño. Mi padre Mario Augusto Ramírez Caicedo y mi madre Aura Cecilia Rey Peñaloza, se enamoraron siendo muy jóvenes. Mi papá se fue del pueblo a estudiar a la universidad y después cuando regresó, se casó con ella. Él es veterinario igual que yo y trabajó durante mucho tiempo en el área de capacitación campesina, en la parte agraria", sostuvo.
Diseño
En tanto, su madre se especializó en diseño y en el comercio, al igual que los abuelos. "A mi padre lo trasladaron a muchos lugares de Colombia. Estuvimos en el sur del país, después nos fuimos al norte, a un lugar muy caluroso. Después fuimos a Villavicencio, y recorrimos casi todo el país. Soy la hija mayor, mis hermanos son Diana Lucía y Mauricio Augusto, y ambos son optómetras", dijo orgullosa.
Después de estar un tiempo en Villavicencio, se radicaron en Bogotá. "Mi padre pensó en las universidades y los colegios. Allí vivimos por mucho tiempo, yo estudié para ser veterinaria", contó.
Al transcurrir los años, Ángela conoció a quien sería su esposo y gran amor. Con el ingeniero civil mecánico Antonio José Chaparro se conocieron hace 17 años.
"Ambos estábamos graduados y nos conocimos porque vivíamos en el mismo barrio. Yo primero conocí a mi suegro, un señor muy simpático que realizaba diversas actividades en el sector. Hablábamos y conocía a mi familia, entonces un día me presentó a su hijo y nos enamoramos. Gracias a Dios nos casamos. Pololeamos poco tiempo y decidimos unirnos. Al tiempo nació mi hija María Alejandra que tiene 15 años y María Paz que tiene 6 años. Cuando conocí a mi esposo, yo tenía a mi hijo Daniel Felipe, que hoy tiene 23 años, fruto de un primer matrimonio", comentó.
María Alejandra nació en Colombia. Pero el destino le tenía preparada una sorpresa. En enero de 2005 su esposo fue trasladado a Chile, específicamente a Antofagasta. Antes de eso, en octubre de 2004, ellos habían venido de vacaciones. "Quedamos enamorados de Chile, me gustó la gente, los paisajes, recorrimos la zona central, y dijimos que nos gustaría vivir acá. Teníamos un sueño y dejamos todo en manos de Dios. Todo resultó en enero de 2005. A mi esposo le dijeron que si se quería venir a Chile y él aceptó de inmediato", añadió.
En febrero de 2005, Angela Ramírez llegó a Antofagasta con sus dos hijos. Su esposo llegó en abril porque debía terminar algunos compromisos laborales.
"La idea era conseguir colegio para los niños, por eso me vine en el verano. Al tiempo llegó María Paz, que fue una bendición. No esperábamos tenerla, pero llegó para traernos mucha alegría y bendiciones. Ella se declara orgullosamente chilena", precisó.
Ángela Ramírez dice que mantiene permanente contacto con su familia. Su madre viene al país una vez al año y ellos viajan también para visitar a sus parientes.
"Aquí hemos podido conocer a mucha gente, conocer tantos lugares hermosos. Recorrimos el norte y el sur de Chile. Son lugares preciosos y nos sentimos muy felices acá. Uno se hace su ambiente, y a nosotros como profesionales nos interesa hacer un aporte a la sociedad, a esta ciudad", confidenció.
Ella es directora de la clínica veterinaria "Upa", que se ubica en el sector del Líder. Hace cinco años que abrió sus puertas para cubrir las necesidades de mucha gente. Actualmente da ocupación a cinco personas que se desempeñan en diversas áreas de la clínica.
Clínica
"Cuando llegué acá me di cuenta que había dificultad para acceder a servicios clínicos debido a los precios. Me sorprendí al ver los precios y mucha gente de menos recursos, no podía acceder a este servicio, entonces quisimos hacer un proyecto para dar un mejor servicio. La idea es que todos tengan acceso", puntualizó.
La veterinaria dice que dejaron todo en manos de Dios, y han sido favorecidos totalmente. "Pisamos esta tierra prometida y de verdad que todo ha sido bueno. Nos hemos podido adaptar en forma fácil. Somos un clan y con la actual tecnología podemos estar siempre en contacto con nuestras familias de Colombia. En resumen, estamos felices de estar acá, de poder contribuir en algo, de ser un aporte", comentó.
Desde hace un año su esposo está desarrollando una empresa para incursionar en el área tecnológica (aerotopografía). Se han hecho varios trabajos aportando a la región.
Esta iniciativa se puede aplicar en minería, pero también en otros campos.
"Mi abuelo comenzó su vida laboral instalando un almacén, y luego gracias a su esfuerzo abrió otros locales. Vendía abarrotes, lo que le permitió después ser un próspero comerciante".