"Las niñas Quispe" debuta en el festival de Venecia Vergara Grez
trama. La cinta relata el suicidio de tres hermanas de la etnia colla ocurrido en 1974.
En 1974, tres pastoras de la etnia colla aparecieron colgadas juntas en una roca. Su historia, que conmovió al país, llega ahora al Festival de Venecia, donde se estrena "Las niñas Quispe", dirigida por Sebastián Sepúlveda.
"La historia de las hermanas Quispe es un tema que forma parte del imaginario popular en Chile. Nadie entendía que estas tres hermanas se hubiesen quitado la vida" y el hecho de que ocurriera durante un época de tanta incertidumbre política desató todo tipo de especulaciones, explicó a la agencia DPA Sepúlveda, que tras el éxito de su documental "El arenal" incursiona en la ficción con esta historia real conocida no sólo por la trascendencia que tuvo el caso, sino porque se escribieron también una obra de teatro y poemas.
Las hermanas Quispe son encarnadas por dos actrices reconocidas: Catalina Saavedra ("La Nana") y Francisca Gavilán ("Violeta se fue a los cielos"), así como Digna Quispe, sobrina de las fallecidas.
"Las niñas Quispe", la historia sobre las hermanas que vivían en las montañas a unos 4.000 metros de altura con sus cabras casi aisladas, fue rodada en los mismos lugares donde la protagonistas vivieron, un terreno árido aunque hermoso que refleja la extrema dureza de sus condiciones de vida.
"Son culturas que no logran tomar el tren de la occidentalización y cuando toman el tren de la civilización también se mueren culturalmente", explicó Sepúlveda.
Nací y me crié en una de las zonas más desérticas del mundo, Mejillones, el 31 de agosto de 1923.
Allí tuve mis primeras percepciones e ideas rudimentarias de relaciones espaciales: adelante-atrás, arriba-abajo, izquierda-derecha. Viví una distinta relación entre los hombres.
Crecí en un espacio vacío e ilimitado, que es donde realmente la presencia del hombre y el valor humano se valorizan. A falta de hombres y construcciones, nosotros llenábamos los espacios con la imaginación.
Concibo la relación autor-espectador en mi obra, como subjetiva, afectiva y sentimental. Además, debe reflejar las características de la sociedad preindustrial.
El color no es sólo presencia óptica. Debe transmitir además la realidad de la naturaleza de nuestro planeta, sin concesiones naturalistas. Simbolizar las características de nuestro paisaje: arena, hombre, montaña, luna, río, árbol, flor.
El color además comparte la funcionalidad de la estructura, como soporte de la imagen que revela el drama del hombre y su esencia. Además debe reflejar las características de la sociedad pre-industrial.
El racionalismo en mi pintura, es una actitud para descubrir un principio o una razón que articule o aglutine los elementos de la imagen y me hagan sentir que algo o alguien sostiene el orden y armonía del universo.
Así he concebido una metodología que facilita la concurrencia e interacción de las partes del objeto, dentro de una realidad funcional mítica y no dentro de un sistema funcional mecánico.
La realidad telúrica chilena (está) circunscrita a una larga y estrecha cinta, aprisionada por el macizo andino y el mar que la socaba, mueve a variadas y profundas reflexiones. El hombre nuestro está dotado de una gran curiosidad universal y hace ingentes esfuerzos para superarse.
Tiene la visión horizontal y vertical. Ve de frente la realidad (el mar). La ve desde abajo (hacia las montañas). De arriba abajo (desde las montañas). Su percepción del mundo es multidireccional y multifacética.