La lejana Povlja marcó destino de los croatas en el desierto
Más de 100 habitantes de Povlja (Croacia) llegaron a Antofagasta desde fines del siglo XIX hasta el término de la Segunda Guerra Mundial.
En el extremo noroeste de Brac, el mar penetra en la isla, ramificándose en una decena de ensenadas de diversas dimensiones que se denominan en su conjunto como Luke (puertos).
Las más occidental de ella es la denominada Povlja, alrededor de la cual se desarrolló el pueblo.
La inmigración masiva de ellos se produjo entre las dos guerras mundiales.
Los "povljani" emigraron de su pueblo por las causas comunes a todos los dálmatas. Arribaron a una tierra para ellos totalmente desconocida y diferente.
A los que tenían parientes o amigos que los acogieron a su llegada, su introducción a la vida del nuevo país se les hizo más simple.
Todos eran los "afuerinos" ya que traían costumbres e idioma diferente, incluso su apariencia física los hacía distintos.
Algunos, que fueron los menos, al no poder adaptarse o por motivos económicos, regresaron a su tierra; los demás se quedaron, fundaron familias y adaptaron su vida con los del país que los acogió.
Su afán de superación los llevó desde trabajar en los puestos más modestos, hasta al ir escalando posiciones, tener un buen pasar y así poder educar a sus hijos.
La arqueóloga Vjera Zlatar, gran conocedora la cultura croata y chilena, hizo una recopilación de la historia de los orígenes de cientos de familias, cuyos descendientes viven hoy en la zona y en diferentes ciudades de Chile.
Relata que estos povljani-antofagastinos en los días de asueto, solían reunirse para conversar en su idioma, contarse las últimas noticias de su terruño y, con sus magníficas voces, cantar nostálgicas canciones, recordaban su tierra.
Acostumbrados al mar de su isla, tomaron la costumbre de hacer paseos a las playas junto a sus familias.
Cuando asaban cabritos al palo siempre estaban los encargados de encender el fuego y los que debían rotar el palo para el asado.
Otros pescaban desde la orilla con sedales y anzuelos, el resultado de la pesca era compartida entre ellos y si era muy abundante, regalaban a sus vecinos. Eran generosos.
Entretanto se jugaba a las bochas, ya sea en una cancha marcada en la arena, o en piso de madera, el que era acompañado de gritos de triunfo o de derrota.
Se celebraban los santos más comunes, sobresaliendo los Pedro, en cuyas casas las esposas tenían preparado un abundante menú, sin faltar los tradicionales dulces como postre, que eran una delicia.
Vjera Zlatar destaca en su recopilación, que quizás lo más destacado era el trato entre ellos. "Se llamaban primos, aunque sólo lo fuesen ya en segundo o tercer grado o muy lejanos o sencillamente coterráneos nacidos en su pequeño pueblo", sostuvo.
Los lazos familiares eran muy fuertes, era un verdadero entretejido de afectos. Formaban familias extensas que más semejaban una hermandad.
Las razones de la emigración de los povljani no fueron diferentes a las que tuvieron otros miles de dálmatas.
Destaca la huida del hambre que asoló la región debido a entre otras razones, la plaga de los Filoxera que destruyó la producción de vino de la región y la llamada Cláusula del Vino, con la cual Austria favoreció a los vinos italianos provocando la crisis de los viñedos locales.
También hubo opresión por parte del Estado Austríaco primero y del Reino de Yugoslavia después con altos impuestos y largos períodos de conscripción en el servicio militar, que incluía la lucha en guerras ajenas al sentimiento croata.
Hasta la Primera Guerra Mundial los habitantes de Povlja emigraron en gran número a la América del Norte y del Sur.
Entre las dos guerras comenzaron a emigrar a diversas ciudades del mismo país.
Vjera Zlatar sostiene que la mayor emigración croata a Chile ocurre entre 1890 y 1914. Se frena durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y se reanuda después, aunque en menor escala, en el período 1919-1940, deteniéndose en esa fecha, por el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente Chile alberga una de las colonias de descendientes croatas más importantes del mundo, sólo superada por Estados Unidos, Canadá, Australia y Argentina.
Vjera Zlatar obtuvo una beca para ir a estudiar a Croacia. Se presentó a una postulación porque participaba en un programa radial donde leía las novedades los días domingos.
Fue seleccionada para viajar a Croacia y estudiar arqueología. Estuvo cerca de seis años estudiando y así obtuvo el título de profesora de arqueología.
Regresó a Antofagasta y al paso de un tiempo, volvió a obtener una beca para continuar estudiando. Obtuvo el master en Arqueología. En total estuvo estudiando como 9 años en sus dos becas.