El gabinete del próximo gobierno
El programa recoge las demandas de mayor calidad de vida y la urgencia de enfrentar la desigualdad, temas nada de sencillos que exigen negociar.
El futuro gobierno tiene 21 de los 38 senadores, mientras que en la Cámara está representada por 67 legisladores, de un total de 120, más otros cuatro de la oposición que apoyan al nuevo gobierno.
Recientemente se han dado a conocer los nombres de los ministros y de los subsecretarios que tendrá el próximo gobierno. La composición del gabinete que asumirá en marzo próximo, refleja el estilo de liderazgo que pretende dar Michelle Bachelet a su nuevo mandato. Con seguridad estará más centrado en confianzas personales que en las lógicas partidarias.
Entre los 23 integrantes hay seis ministros militantes del Partido por la Democracia, cinco de la Democracia Cristiana, tres del Partido Socialista, dos del Partido Radical y uno del Partido Comunista. Seis de ellos son independientes y, si se considera por género, nueve son mujeres.
Si bien son más los ministros que militan en alguno de los partidos de la coalición hay que considerar que más allá de eso, los puestos clave serán ocupados por colaboradores más conocidos por su cercanía con la Presidenta, empezando por el futuro ministro del Interior y jefe de gabinete, Rodrigo Peñailillo.
De acuerdo con lo que han estimado algunos analistas, la Mandataria buscará conservar márgenes de autonomía respecto de los partidos, pero no en la misma medida que en 2006, cuando los mantuvo a una distancia que, más adelante, le trajo costos políticos que la obligaron a replantear su diseño ministerial incluyendo a figuras con reconocida trayectoria partidaria.
El nuevo Gobierno será el encargado de llevar adelante un programa con el que la Presidenta electa pretende dotar al país de una nueva Constitución, reformar la educación para que sea gratuita y de mayor calidad, y elevar los impuestos a las grandes empresas.
A diferencia de lo que ocurrió durante el presente gobierno, la nueva administración contará con una amplia y cómoda mayoría en el Parlamento. Sin embargo, tendrá que negociar con la oposición si quiere poner en marcha proyectos de gran calado, como la elaboración de una nueva Constitución.
La tarea no será fácil, si se consideran las promesas que se han realizado. Por la magnitud de lo planteado es claro que se requerirá de consensos.