De policías y robots, el regreso de RoboCop
Como parte de su estreno mundial, este jueves 13 llegó a los cines nacionales una nueva versión de "RoboCop", el clásico de 1987 del holandés Paul Verhoeven ("Bajos instintos", "El vengador del futuro"). Esta vez el remake de 118 minutos ha sido dirigido por el brasilero José Padilha, dueño de las dos electrizantes "Tropa de élite".
Con un presupuesto estimado en cien millones de dólares, los estudios MGM/Sony vuelven a contarnos la historia del morir y renacer de Alex Murphy, un buen policía y guardián de la ley que ha sobrevivido a un brutal ataque al costo de haber quedado como un ciborg empleado por las fuerzas del orden en la lucha contra la delincuencia en una ciudad caótica y decadente. El actor encargado de dar vida a este trágico héroe, cuyo remanente humano nunca se apaga al interior del robot, es el sueco y en ascenso Joel Kinnaman, quien sin duda será comparado por quienes hayan visto al construido por Peter Weller en los Ochenta, lacónico y contenido.
Al igual que en la original, nuevamente la distopía sucede en Detroit, donde corre un violento y corrupto año 2028. La ciudad, que alguna vez fue considerada el corazón industrial de Estados Unidos con su industria automovilística, hoy derrocha crimen, abuso y pobreza.
Debido a la bancarrota del municipio, la ciudad ha sido comprada por la ultra poderosa corporación OCP (Omni Consumer Products) un conglomerado que mueve múltiples tentáculos repartidos en medios de comunicación, la industria de la guerra y la fabricación de robots soldados para la seguridad interna y externa del país.
Raymond Sellars, el dueño de OCP, corre por cuenta de Michael Keaton quien según vemos en las escenas promocionales es el responsable del mayor cambio que se puede apreciar en este RoboCop respecto del anterior: en vez del pesado y poderoso armatoste de color acero inoxidable, que obligaba por su rigidez a filmar en dos cortes las escenas en las que subía o bajaba de un auto, ahora el agente del orden va enfundado en un negro traje metálico que tiene menos fuelles que el original y más pectorales y abdominales esculpidos, además complementa su atuendo un casco bien high tec y una veloz moto.
Por de pronto, en esta nueva versión la esposa de Murphy gana mayor protagonismo que en la anterior y es interpretada por la australiana Abbie Cornish. En cuanto al personaje de Nancy Allen, colega policía de Murphy cuando era humano, es ahora un hombre y no tiene gran importancia. Completan el reparto Gary Oldman como el creador de RoboCop, doctor Dennett Norton, y Samuel L. Jackson como Pat Novak, un presentador de noticias y magnate de las comunicaciones.
Se espera que esta versión sea mucho más suave que la de Verhoeven, quien luego de suprimir una docena de escenas violentas apenas alcanzó una R en calificación cinematográfica, mientras que la de Padilha ya cuenta con PG-13. Por lo visto, el brasilero ha preferido ganar audiencias a ceñirse fielmente al espíritu sangriento y desmesurado del original que no escatimaba hemoglobina e imágenes chocantes de extrema violencia que finalmente conseguían conmover y hacer reflexionar sobre temas tan distintos como el libre albedrío, la identidad, el consumismo y la crueldad.
Si bien el RoboCop de Verhoeven satirizaba a los Estados Unidos de Reagan, al del capitalismo más salvaje y las megacorporaciones, donde la Omni Consumer Products representaba todo ello en su megalomanía insaciable, esta nueva aproximación no se queda corta en alusiones al presente tiempo, donde los drones ya son una realidad y la robotización han llevado a Padilha a reflexionar sobre los límites que dibuja la tecnología en los campos de la guerra y cómo la automatización de la violencia abre una ventana al fascismo.