Parece que fue ayer. Julio CortázarBiorremediación y Producción de Minerales
La falta de recursos para el desarrollo integral y sustentable de la Región de Antofagasta se arrastra con la historia (siempre el centralismo nos ha expoliado), pero ahora hay que agregar la pésima gestión del actual Intendente, que por dedicarse a destruir ni siquiera autorizó todas las inversiones comprometidas y así perdimos más de 2.400 millones del presupuesto 2013 del Gobierno Regional, más otros 11 mil millones no invertidos de los fondos de algunos Ministerios para nuestra región, también por mala gestión tanto sectorial como del representante del Presidente de la República.
Como "no hay mal que dure cien años", ahora parecieran alinearse los astros para conseguir al menos la reparación histórica de lo que significó perder, durante el gobierno militar, la administración directa de una parte de los fondos del cobre. Sin discutir todavía qué pueda corresponderle a nuestra región al eliminarse la ley que entregaba a las Fuerzas Armadas una parte de los ingresos de la explotación cuprífera, sí podríamos aspirar a obtener por fin el Fondo de Desarrollo del Norte (Fondenor), pero con el proyecto original que el senador por Antofagasta y próximo ministro de Justicia, José Antonio Gómez, presentó hace varios años (no el proyecto que impulsó el actual gobierno, con migajas a distribuir como parodia de Fondenor). Para ello, la región contará también con la próxima ministra de Minería, Aurora Williams, correligionaria del autor del proyecto. Y en el Parlamento, la "bancada minera" podría impulsar su aprobación, como lo comprometió el senador electo Alejandro Guillier, con el seguro apoyo de los demás parlamentarios antofagastinos y de las otras regiones del norte.
¿Qué es el Fondenor original? No requiere nuevos impuestos. La idea básica es que de los actuales tributos que pagan las mineras -privadas y del Estado- por su producción regional, un porcentaje mínimo (entre 5 al 10 por ciento) quede directamente aquí y sea distribuido por un ente regional, como lo hacía el Instituto Corfo del Norte, cuando ese organismo (Inconor), administraba lo que nos correspondía de los fondos del cobre, hasta que esos recursos fueron eliminados por el gobierno militar… y el centralismo.
Después podríamos hablar del verdadero royalty, como parte de la anunciada reforma tributaria.
La minería trae consigo la generación de contaminantes, tanto inorgánicos como orgánicos. Hasta hace algunos años, limpiar un sitio contaminado era sumamente complejo porque se usaban procesos químicos y físico-químicos con los cuales se producía más contaminación de la que se quería remover. Estos métodos además eran poco selectivos, es decir, removían contaminantes junto a otros elementos vitales para la vida de un suelo. En este contexto aparecen las tecnologías que utilizan microorganismos, y sus capacidades degradadoras para absorber o remover compuestos tóxicos del medio ambiente, proceso denominado Biorremediación.
Las bacterias tienen la capacidad de adsorber metales o biotransformarlos. Es decir, una bacteria cuya membrana externa está cargada negativamente, atrae todos los metales que tengan carga positiva y quedan retenidos en la membrana celular.
Pero también encontramos otros procesos muy interesantes. El Mercurio es un elemento altamente tóxico y contaminante, pero al actuar sobre él un tipo especial de bacteria, cambia del estado de oxidación +2 a Mercurio 0, es decir, queda en estado metálico. Este elemento es el único que en ese estado se presenta de manera líquida, lo cual favorece su tratamiento mediante la destilación, separación o evaporación.
En esta categoría encontramos todos los derivados del petróleo. En este caso, las bacterias usan esos elementos para transfórmalos en energía, siendo degradados a las dos moléculas típicas: dióxido de carbono y agua. Esto se conoce como mineralización.
Estamos frente a una tecnología que en cuanto al costo y la efectividad es muy interesante, pues las bacterias pueden ser regeneradas constantemente, por lo tanto, reutilizadas. Al mismo tiempo, cuando estos microorganismos mueren, no provocan un impacto negativo pues pasan a ser nutrientes de otros organismos.
La tecnología descrita es muy utilizada e investigada en los países desarrollados, por eso, desde Cicitem creemos que es oportuno utilizarlas en nuestro país. Debemos destacar que los centros de investigación de Chile se han destacado en estas investigaciones científicas. Llegando incluso a patentar varios procesos de este tipo.
Nos parece que es la dirección correcta avanzar en los estudios de Biorremedicación de sitios impactados con la actividad minera, para así convertirla en una industria más sustentable.
La Fue hace treinta años y todavía un espacio inhabitado de nosotros se empequeñece hasta hacerse tan compacto y firme como un estilete. Falleció Julio Cortázar, nos dijeron, y algo se suspendió para siempre y abandonó la cochina esperanza (como diría Camus) de encontrarnos a la vuelta de su esquina con un nuevo texto que nos hiciera prender antorchas. Habíamos pasado tanto tiempo colgando de las vestiduras de su talento que la pérdida de esa esperanza se nos hacía intolerable.
Era 12 de febrero de 1984, plenas vacaciones de verano, mientras dirigía los toques finales de una tesis sobre la última década de cuentos cortazianos a un grupo de seis alumnos en la UCN, entonces U. del Norte. Teníamos algo en común: nos habíamos hecho adictos y fanáticos, como sólo se puede ser a esa edad, de ese escritor larguirucho que parecía interpretar todas nuestras carencias, que adivinaba las preguntas más recónditas que nos solíamos hacer fumando cigarros interminables y sin culpa, porque el cáncer no andaba cerca.
Falleció Julio Cortázar, nos dijeron y pareció surrealista empastar la tesis agregando esa oscura noticia.
Todo en él se nos aparecía como fabuloso: un gigante con cara de niño y ojos extrañamente separados y azules. Extraña, también, su vocación de juventud, con ese "costado enfermizo" como él llamaba al fenómeno médico de involución que le hacía conservarse sin envejecer casi. Sólo a los 50 años le apareció una barba suave y gris, iniciando una juventud que lo acompañó hasta la muerte.
Afirmaba que el azar le hacía jugadas y que los sentidos ocultos se le imponían cada vez más frecuentemente. Era un mago buscando la magia en todo rincón de sus escritos, haciéndonos compartir la posibilidad de pensar que la vida podía ser mucho más que todo esto.
Han pasado treinta años y la melancolía se encarama al recuerdo porque con los años aprendimos que la historia se cuenta diferente, que con el galope del tiempo es difícil que encontremos otro héroe como éste, hecho a la medida de nuestros sueños. Sin embargo, la búsqueda sigue siendo la "razón de los matadores de brújulas". Hay, y habrá, otros Oliveiras que siguen buscando "el desquite del ser de las profundidades".
Dijimos en un ensayo, que los cuentos de Cortázar y él mismo, eran un mecano infinito que nos permitía jugar con las interpretaciones más audaces y las andanzas más lejanas. Por ello, sus cuentos son tan potentes como la poesía o como él mismo los conceptualizó: "algo así como un temblor de agua dentro de un cristal".
Sus cuentos suponen, incluso antes de ser leídos, un estado de alerta y espera. Cortázar es siempre un pozo de sorpresas. El lector ha sido formado como tal, asumiendo las continuas descolocaciones y proposiciones de enigmas. Cortázar ha hecho de sus obras un mecano infinito, en que la vacilación, como elemento básico de la literatura fantástica, nos obliga a involucrarnos activamente para llegar al placer estético.
Entre tantos otros, un cuento como El axolotl nos lanza desde la ternura hasta el asombro remeciendo espacios que no conocíamos, haciéndonos enamorar de ese Cortázar galácticamente lejano, pero tan nuestro.
O tal vez la magia estaba en creer que se podían escribir 635 páginas (en mi edición de Rayuela) para buscar y encontrar a una sola mujer: la Maga. Había en esa búsqueda un desgarro existencial con la debida condecoración intelectual de los años sesenta, aquélla que se haría carne en Woodstock, marca de fábrica de la soledad como insignia permanente de los Oliveiras que circulan por el mundo.
El primer final de Rayuela resume esa parada antropológica del todo o nada, del abismo o el simple cierre de una puerta, ese final seguido por las tres estrellitas, un final medio suicida, medio existencialista, completamente cortaziano: …diciéndose que, al fin y al cabo algún encuentro había aunque no pudiera durar más que ese instante terriblemente dulce en que lo mejor sin lugar a dudas hubiera sido inclinarse apenas hacia afuera y dejarse ir, paf se acabó".Cortázar murió hace treinta años, el 12 de febrero, y los años dedicados a estudiarlo habían generado una dependencia emocional que no se ha vuelto a repetir en el tiempo. Parecía ocurrir lo mismo que él escribió en Rayuela: "¿Cómo haremos para lavarnos de su quemadura dulce que prosigue, que se aposenta para durar aliada al tiempo y al recuerdo, a las sustancias pegajosas que nos retienen de este lado, y que nos arderá dulcemente hasta calcinarnos…"
Cortázar entró en la historia literaria hace muchos años. Las nuevas generaciones que han sentido la curiosidad de explorarlo han caído en ese territorio que nos brindan los grandes escritores, el territorio en que la lectura abre compuertas que nos hacen dueños del tiempo y sus fantasmas.
Director Científico
Cicitem
Académica