Dignidad humana frente al racismo
La historia de la agresión a Dani Alves se mantiene hasta hoy con una característica: El jugador jamás se ha dado por aludido ante las ofensas.
El racismo, sufrido por negros, judíos o mapuches, también se ve en Chile donde se hace poco por educar a la población. Antofagasta ha visto varias situaciones denigrantes y criminales con muchos extranjeros.
La historia del episodio de discriminación que sufrió el volante brasileño del Barcelona, Dani Alves, en el estadio El Madrigal, agregó esta semana un nuevo capítulo, con una reacción profundamente humana de parte del deportista. Hay que recordar que hace unos días, su club visitaba al Villarreal y en medio del partido, cuando el jugador se acercó a servir un lanzamiento de esquina, uno de los asistentes le arrojó un plátano. Fue una evidente burla de características racistas. El hecho, que además fue visto en vivo por millones de televidentes gracias a la transmisión del encuentro, terminó acaparando espacios, comentarios y críticas especialmente en los noticieros y en las redes sociales, convirtiéndose en un tema de tendencia con el hashtag "somostodosmacacos", que habría sido lanzado en Twitter primero por su compañero y compatriota Neymar Junior.
La discusión puso nuevamente de relieve uno de los "lunares" más difíciles de extirpar en el fútbol y en nuestra vida cotidiana: el racismo. Lamentablemente, este hecho es especialmente visible en Europa, donde los gobiernos y las distintas federaciones de fútbol han trabajado para erradicarlo, a través de diferentes sanciones. Sin embargo, la calidad humana se termina convirtiendo en el mejor antídoto para manifestaciones tan odiosas como el racismo. Aún con el agravio sufrido, se supo que Alves pidió que le devolvieran el trabajo que perdió el hombre que le arrojó el plátano, quien trabajaba para el club local, y que había sido sancionado con prohibición perpetua de ingresar al estadio.
A pesar de la solidaridad de Neymar, el mismo Alves tampoco se creyó mucho eso de "somostodosmacacos", mostrando que al final, la grandeza y dignidad humana pueden más que cualquier esfuerzo por denigrar: pidió que le devolvieran el trabajo a quien le arrojó el plátano. Probablemente, ésa sea la lección que de alguna manera busca dar Alves, bajar la atención a una agresión ridícula y que a estas alturas, suma más condenas que aplausos. Sin embargo, el racismo aún existe y requiere ser reconocido y finalmente erradicado de todas partes.