Hasta siempre al reportero que vio crecer a Antofagasta
Durante tres años dio una dura batalla contra un agresivo cáncer. Mario Alberto Requena Pardo (76), uno de los reporteros gráficos de la vieja escuela, cuyo rostro y máquina fotográfica eran parte de Antofagasta, hoy descansa en paz.
Rodeado por el amor y los cuidados de su esposa Dániza Garmendia y sus hijos Iovanni y Wladimir, quien fuera por décadas reportero gráfico de "El Mercurio de Antofagasta", no tuvo más fuerzas para seguir batallando.
Conocido y estimado, hombre de carácter y férreas convicciones, registró con su lente el crecimiento y progreso de Antofagasta.
Desde muy joven comenzó con su pasión. Primero buscó empleó en un estudio fotográfico donde empezó a dar sus primeros pasos en el oficio de la calle, en el oficio de inmortalizar los hechos cotidianos, y situaciones inusuales.
Luego pasó a formar parte del equipo de "La Estrella del Norte y" y "El Mercurio de Antofagasta, donde fue aprendiendo, conociendo, registrando cada detalle.
Era de la "vieja escuela", esa de los tiempos del revelado y las fotos en blanco y negro.
Sabía todas las técnicas y no dudaba en enseñar a los más jóvenes.
De voz fuerte, franco, leal, no andaba con rodeos, decía lo que pensaba, ese era su sello. Convirtió su trabajo en pasión, y supo adaptarse a los nuevos tiempos, al uso de las cámaras digitales, a la tecnología.
Todos lo conocían y lo apreciaban. Tenía una memoria privilegiada. Siempre con su cámara colgada al hombro recorría cuanta calle y población de Antofagasta.
Por más de 30 años trabajó en esta casa periodística, y pese a estar jubilado, continuaba sacando fotos, recibiendo llamados para un "pituto".
Su vida siempre estuvo dedicada al trabajo y a cuidar a su familia. Conocía la historia de mucha gente, pero era un hombre reservado, amigo de sus amigos.
El 13 de abril pasado celebró su cumpleaños número 76, pero estaba exhausto.
Entre sus cuadros febriles solía recordar su pasado como reportero gráfico, los tiempos cuando revelada las fotos en el cuarto oscuro, que ya no existe. Que hoy es un recuerdo.
Su hijo Wladimir lo acompañó en el proceso doloroso, en sus miedos, sus esperanzas.
Pidió que lo sepultaran junto a su padre, que falleció joven, pero que ahora lo recibe a su lado. Seguirán conversando eternamente.
Amigos, periodistas y gráficos lo recuerdan por su trabajo, por su forma de ser, por su tenacidad.
Hay cientos de anécdotas, historias. Mario Requena Pardo se hizo merecedor de numerosos reconocimientos y estímulos. Vivió como quiso, siempre fiel a sus principios.
La Empresa Periodística "El Norte" lo premió con un homenaje, en noviembre pasado, ocasión en que Mario, ya debilitado llegó acompañado por sus hijos. Pero sus ojos mantenían la chispa de siempre, la vivacidad que lo caracterizaba.
A través de las redes sociales, decenas de antofagastinos, excolegas, gente de diversos círculos manifestaron su pesar por la pérdida, por la partida de este reportero gráfico.
Su hijo menor Wladimir, recuerda una anécdota. "Mi padre tenía tantos amigos, era tan conocido, no sólo acá, sino que en todo el país. Una vez se fue de vacaciones con mi hermano a Punta Arenas, y allí en el centro fue reconocido por una señora, que le dijo que lo conocía desde Antofagasta, que lo ubicaba porque siempre andaba con su cámara", confidenció emocionado.
También era conocido por algunos como "Tío Pelícano", porque cuando había escasez de fotografías para la portada del diario, solía ir al Terminal Pesquero y retrataba a los pelícanos que miraban el eterno mar.