Después de dos meses de lenta agonía, murió María Teresa Sierra Flores en el Hospital Regional, la joven madre de 24 años que intentó todo para poder salvarse junto a su hijo del incendio ocurrido en su vivienda el pasado 28 de marzo.
La joven tenía un solo hijo y estaba terminando sus estudios en la Universidad de Antofagasta (UA). Contaba con el apoyo de su pareja y estaba rodeada de amigos.
Sin embargo, su vida cambió radicalmente el día del incendio. El fuego llegó rápidamente a la habitación de material ligero en la que vivía junto a su pequeño, en la esquina de la calle Salar con Sarmiento, sector norte de la ciudad.
Rodeada por las llamas tomó la decisión de refugiarse en el baño. Abrazó a su hijo, se metió en la ducha y dio el agua para protegerse, pero finalmente el humo los afectó a ambos. Su hijo, Matías Alexander Campos, de 11 meses, no resistió y falleció el mismo día del incendio a causa de la asfixia.
Mientras que María Teresa ingresó grave al Hospital Regional con serio compromiso vital por asfixia y sin dar signos de una recuperación durante los primeros días.
Poco a poco intentó reconectarse con su familia que la visitaba a diario, aunque claramente el pronóstico no era alentador. Se sabía que si sobrevivía, quedaría postrada en la cama y sin la posibilidad de tener funciones tan básicas como comer o incluso poder hablar.
Nadie se atrevía a hablar frente a ella de su hijo que había muerto. Sin embargo, pareció que en algún momento se dio cuenta de que algo pasaba, aunque no tenía forma de decirlo.
La joven era estudiante de la carrera de Ingeniería en Alimentos de la UA y estaba a la espera de una orden médica que le permitiera estar en la casa de su familia, la que se había preparado para darle los cuidados necesarios.
Pero, desde el viernes de la semana pasada, su estado de salud se complicó y acabó con un paro cardiorrespiratorio, que no pudo superar la noche del domingo.
Sus amigos intentaban buscar una explicación respecto de lo ocurrido, sobre todo con una persona como ella, que siempre se destacó por estar dispuesta a ayudar a los demás y de compartir sus conocimientos con sus compañeros de curso.
María Teresa desde el colegio fue una ajedrecista destacada, considerada muy inteligente pero humilde a la vez.
Su hermana Yesenia la recuerda cuando pequeña como 'revoltosa y muy despierta, era muy buena amiga, al punto que hasta el final mantuvo contacto con sus compañeros de educación básica'.
Sus restos están siendo velados en la capilla Cristo Ayuda, ubicada en Orella con 14 de Febrero. A las 14.30 horas se realizará un responso en el mismo lugar y a las 16.00 se efectuará su funeral en el Cementerio General.