Cuéntame una nueva
René López Bacho
Periodista deportivo
Bajo el puente imaginario del planeta sigue corriendo agua y con ella la superación de los débiles, en lo que a fútbol se refiere, lo que es bueno para sus seguidores.
Las pruebas están a la vista. El último campeón mundial, España, se fue para la casa en primera ronda de Brasil 2014, porque Chile generó su primera vez en nueve enfrentamientos, con un rotundo 2-0.
Inglaterra e Italia también partieron de vuelta, después que Costa Rica los sorprendió. Primero dio cuenta de Uruguay por 3-1 para luego derrotar a los peninsulares por la cuenta mínima y, ya clasificado, igualar a cero con los 'inventores' del balompié.
En suma, las selecciones de las tres ligas más importantes y caras del mundo ni siquiera fueron capaces de avanzar a la segunda etapa de la gran cita de los 32 mejores países futboleros del orbe.
Sin embargo, los mandamases de la actividad, liderados por el suizo Joseph Blatter, quienes más debieran aplaudir esa determinación de superación de los chicos, son los menos felices. ¿Por qué?
Seamos francos, a ellos sólo les interesa que los grandes sigan poniendo los botines encima a los demás por el asunto económico, porque es más atractivo, por ejemplo, que la final de una Copa del Mundo la disputen Brasil y Alemania y no Chile contra Costa Rica, ni siquiera con los holandeses.
Por lo mismo, los árbitros están aleonados para perjudicar abiertamente, 'ojalá, con disimulo', a los más atrevidos que vienen de abajo.
Está el caso de Chile frente a Holanda, como sucedió ante Italia, en Francia 98. En ambos casos dirigidos por árbitros africanos, quienes quieren brillar como sea, aún a bajo costo.
Otras muestras corresponden al partido inaugural, en que el anfitrión se impuso por 3-1 a Croacia, con penal imaginado por el juez, quien no expulsó a Neymar tras un fuerte codazo en el rostro a un rival.
Para qué seguir, si no faltará el 'habiloso' que dirá: 'A la FIFA con los reclamos'.
En una de esas, los dirigentes, acusados de corrupción en la persona de Blatter, caraduras, capaz que nos culpen.
No hay que olvidar que su antecesor, el brasileño Joao Havelange, sufre la misma acusación, como le sucede a Nicolás Leoz en la Conmebol.
En Chile la lista no es tan corta en esa línea.