'La deuda está pagada'. Así de enfático fue el abogado de la Corporación Cultural de Antofagasta (CCA), Francisco Leppes, a propósito de la demanda que está llevando adelante la productora El Escarabajo que exige una millonaria indemnización de $195 millones tras una serie de incumplimientos relativos a la organización de la edición 2011 del Festival de Antofagasta.

Luego que el pasado viernes llegará hasta las instalaciones del Teatro Municipal un receptor judicial para inventariar los bienes de la Corporación Cultural -como parte de la acción judicial que reactivó la productora en enero de este año- se encendieron las alarmas sobre el futuro del principal recinto cultural de Antofagasta.

'Esta es una demanda que se originó en agosto de 2012. En aquella oportunidad nosotros como Corporación Cultural interpusimos excepciones y la productora perdió la demanda por abandono', enfatizó Leppes.

Según el abogado de la CCA, la demanda civil fue reactivada en enero de este año por Escarabajo -a su juicio- con la intención de entorpecer la realización del certamen veraniego.

'Ellos dicen (El Escarabajo) que la Corporación Cultural les adeuda $195 millones, en consecuencia que esa supuesta deuda ya fue pagada y así nosotros lo hicimos ver en el juicio. En el fondo lo que yo pienso es que El Escarabajo quería aprovechar la situación embargando las cuentas corrientes de la Corporación para perjudicar la realización del Festival de Antofagasta', aclaró el letrado.

Le relación entre la CCA y la firma de espectáculo data de 2010 cuando ésta estuvo a cargo de la organización de del certamen. La alcaldesa y= presidenta del Directorio de la Corporación Cultural de Antofagasta en ejercicio era la actual diputada, Marcela Hernando.

En aquella oportunidad, y tras los buenos resultados que arrojó la realización del festival que tuvo como artista principal al cantante galés Tom Jones, Hernando acordó con la productora El Escarabajo que se hiciera cargo de la versión 2011 del Festival. Sin embargo, la decisión de la otrora jefa comunal fue objetada por el Concejo Municipal, dejando sin efecto la participación de la empresa.

La resolución derivó en que la productora iniciara una demanda legal solicitando una millonaria indemnización.

Consultado al abogado Francisco Leppes por la posibilidad de que el principal recinto cultural de la comuna sea embargado (butacas, computadores, luminarias, amplificación son parte de los bienes inventariados que en total suman más de 800 millones de pesos) aseguró que es una situación poco probable, ya que al igual como ocurrió con la demanda anterior, cuentan con los pruebas que certifican que la deuda fue pagada de forma íntegra.

'Según los antecedentes que me hicieron llegar la deuda está pagada. La notificación de embargo es sólo tomar nota de los bienes. De ahí viene el retiro de las especies, pero sólo puede ocurrir una vez que el juez haya determinado que la deuda existe. Ahora el juicio está en la etapa de pruebas donde nosotros debemos presentar los antecedentes que tenemos, entre ellos comprobantes de transferencia y recibos de dinero, que ratifican el pago de lo adeudado como se logró hacer en el primer juicio', especificó el representante legal.

Según explicaron desde la CCA, las actividades culturales en el Teatro Municipal continuarán de forma normal.

Intentando calzar a mi nieto, recordé esos años de mi infancia, cuando los zapatos sólo se usaban para ir a clases. El resto del día y los fines de semana, se empleaban las chancletas o simplemente, andábamos a 'pata pelá'. Así jugábamos a la pelota, haciendo sufrir el dedo gordo con los 'puntetes'. Y trancábamos la pelota de trapo como si estuviésemos usando el mejor de los borceguíes.

Y mirando los pies pequeños de mi vástago, rememoré mis primeros zapatos 'Tanque', de goma negra, con una planta con gran agarre. Los míos, a los doce años ya eran del 42. Más tarde, tuve los primeros con suela 'creppé', que con el uso se fueron deformando. Eran esos tiempos de los zapatos hechos en Chile, durables, reparables…. Por eso y para ellos existían los zapateros remendones. Noble oficio en extinción

Nunca olvidaré el día en que -por vez primera- anudé los cordones de mis zapatos. Las manos grandes de mi padre me indicaron cómo hacerlo, con suma paciencia. Tuve un premio: una galleta azucarada, delicia que ya no existe.

A la playa se iba con las alpargatas 'Campero'. Eran simples, de lona, sacaban de apuro. No irrumpían aún las zapatillas, que en aquellos tiempos solo eran blancas y se empleaban para clases de gimnasia. Se blanqueaban con 'blanca perla', solución acuosa que las dejaba 'como nuevas'. Cuando irrumpieron los 'condoritos' (hoy 'hawaianas') desaparecieron las chilenas alpargatas.

Recordé los 'zapatones' que usaba mi hermana. Los zapatos con taco 'terraplen' que lucían las damas y aquellos con 'plataforma' que regalaban algunos centímetros a quienes eran bajos de estatura. Otros, usaban el desaparecido 'taco bolero'.

Alguna vez usé 'calamorros de cuero vuelto', plomizos, toscos. Pero resistentes, ideales para 'patas de fierro', como yo. Los trajo un familiar que trabajaba en Potrerillos.

Son otros tiempos, claro. Hoy pisamos suelo chileno con zapatos chinos.

¿Estamos metidos en un zapato chino, acaso? ¡Paren las chalas!

Linterna