Autopista a Caldera
Carlos Tarragó
Suele ocurrir que quienes tenemos la suerte de disponer de un espacio en un medio de comunicación, carecemos de la oportunidad de saber si lo que planteamos u opinamos concita aprobación o rechazo y, por lo general, quedamos en la inopia, sin saber si estamos sintonizados con el sentir ciudadano o no.
Lo que sí podemos medir, a veces, es el efecto que se produce cuando enarbolamos una determinada bandera y este acto es replicado por otros actores o si ante un planteamiento que busca solucionar un determinado problema, apreciamos que surgen acciones o propuestas conducentes a corregirlo.
Lo anterior sirve de introducción para un tema al cual me referí en las columnas 'Cuánto vale una vida', de noviembre de 2013 y 'Dónde está nuestra voz', de febrero del presente año, en las cuales reclamaba la necesidad de contar con una carretera de doble calzada desde y hacia Antofagasta, homologable a la autopista de Copiapó a Puerto Montt.
Al respecto, una reciente información dio cuenta que la empresa GOCgroup estaba estudiando un proyecto para construir una calzada doble en el tramo Iquique-Antofagasta-Caldera, cuya inversión sobrepasaría los US$ 1.100 millones y que pronto sería presentado al Comité de Concesiones del MOP para ser evaluado. La información también consignaba que el tramo Antofagasta a Caldera ya contaba con una evaluación favorable.
De materializarse este proyecto, se transformaría, sin duda alguna, en una de las obras públicas más relevantes y necesarias para la región.
Las obras concesionadas son financiadas exclusivamente por la empresa a la cual se le asigna el contrato, por lo tanto su aprobación no pasaría por requerir recursos públicos, sino por la voluntad política del MOP.
Debemos tener en cuenta que una autopista elimina la posibilidad que dos vehículos se enfrenten y con esto se evita la frecuente y lamentable sucesión de accidentes que han provocado centenares de víctimas fatales, cuyas animitas son testigos de nuestros inseguros caminos regionales.
Es esta una ocasión ideal para sopesar la disposición de todos los actores locales, públicos y privados, de levantar una voz regional unitaria, favorable al proyecto en cuestión. En especial se esperaría apreciar la de nuestros parlamentarios, quienes son los que más podrían influir a nivel central.