La última foto de Andrés
El 26 de Agosto de 1989 se celebraría un aniversario más de la fundación de la población Oriente y había que preparar los festejos, Alguien dijo: hagamos un campeonato de baby , otros dijeron hagamos una peña, algunas señoras propusieron una chocolatada para los cabros chicos, otros proponían sacar a circulación 'la Esquina', diario clandestino que aparecía de vez en cuando, hasta que a alguien se le ocurrió la brillante idea de pintar un mural: eran los cabros de la Jota y, a pesar que todavía estábamos en dictadura, se aprobó la idea .
Zenteno con Llanquihue fue el lugar elegido. Era un sábado, con un sol radiante que iluminaba el ambiente. Muy temprano comenzó el ajetreo y también el patrullaje. Las camionetas blancas doble cabina aparecían constantemente, tripuladas por los típicos personajes de bigotes y lentes oscuros, que miraban atentamente. Mientras Jano trazaba las primeras líneas, Nano preparaba las pinturas del relleno, Quique, con su inmensa humanidad, transportaba la pesada y gran escalera de un lugar a otro.
Por allí, Pablito y su primo Bufón hacían sus primeras experiencias como muralistas. El vecino 'Huevito', trajo un enorme tocacintas y puso la música de Illapu e Inti Illimani inundando el ambiente. Otro vecino puso las bebidas; el almacenero de la esquina, los sándwiches de cecinas.
De repente y en medio del ajetreo, en calle Zenteno se detuvo un taxi y bajó la inconfundible figura de nuestro querido Andrés Sabella, quién saludó, levantando su mano izquierda. Fue recibido con aplausos y vítores por los pobladores del sector que se habían reunido en aquella esquina. Rápidamente se detuvo la música y Andrés, sacando un papel del bolsillo de su vestón, comenzó a declamar algunos poemas, allí, en medio de aquella temeraria acción de arte.
Fue un 12 de agosto de 1989, dos semanas antes de la partida de Andrés.
Nunca supimos cómo el poeta se enteró de aquella mágica acción, plasmada en la que, creo, debiera ser la última fotografía de Andrés Sabella.