Somos lo que hacemos, no lo que decimos

En un mes tan alegre como es septiembre para nuestro país, reforzamos conductas y entregamos mensajes de cómo prevenir accidentes de tránsito, intoxicaciones por alcohol y alimentarias, medidas de seguridad para los viajes, etc. Y realmente es un mes alegre hasta que comenzamos a sacar cuentas y las cifras de fallecidos se duplican o triplican en algunas regiones. Pareciera ser que usamos este mes para dar rienda suelta a nuestro comportamiento, para liberarnos de la rutina de forma exagerada.

¿Se imaginan si todos celebráramos con responsabilidad y ninguna persona muere, nadie se lesiona, no atropellan a ningún niño, las clínicas y hospitales no se llenan de gente en las urgencias? ¿Sería septiembre un mes más fome que el resto del año?

Quiero invitarlos a ser parte de una comunidad libre de accidentes, a un grupo de personas que ve la seguridad propia y la de su familia como un valor, como una forma de vida. Siga sencillos pasos para modificar conductas y luego si las refuerza y repite en el tiempo, se convertirán en buenos hábitos, logrando que traspasen barreras generacionales aportando a las buenas prácticas y a la responsabilidad social.

Ejemplo de estos pasos es que conduzcamos a una velocidad moderada, sin consumir alcohol por supuesto, respetando las señales del tránsito. Viajemos atentos, los peatones a los vehículos y viceversa. Usemos sillas de seguridad para nuestros niños menores de seis años, crucemos por pasos habilitados y con los niños de la mano. Elevemos volantines en lugares seguros. Hagamos los asados más sanos y no consumamos elevadas cantidades de alcohol. Todos podemos asumir un compromiso para hacernos cargo de nuestra salud y de nuestros seres queridos.

Septiembre es un mes alegre; Fiestas Patrias, el comienzo de la primavera... Ideal sería que fuera un mes inolvidable por los buenos momentos que se vivieron y no porque perdimos a un ser querido, no porque tengamos que lamentar cifras alarmantes.

Finalmente, somos lo que hacemos y no lo que decimos, nuestras conductas determinan la conducta de nuestros hijos, y éstas pueden afectar positiva o negativamente a otros. En la medida que nos hagamos cargo de eso, en vez de echarle la culpa al resto, podremos sin duda construir una ciudad segura, marquemos la diferencia y seamos mejores.

Felices Fiestas Patrias.

@sandroriquelme Es más probable que los hoyos ahora se conviertan en tacos por las obras de reparación porque #MOP se demora tanto.

'Las últimas administraciones de Codelco fueron las peores en los últimos 20 años'

'Esta reforma educacional lo único que hace es ponerle trabas a la educación subvencionada'

'No miden lo que están haciendo, hay funcionarios que recibirán la mitad de su sueldo'

Finales de los agitados '80, Soda Stereo recobraba protagonismo con la 'Ciudad de la Furia' en las radios y el rock en inglés arremetía con una oleada de éxitos y peinados cargados de laca. Era el tiempo en que no existía internet y los teléfonos celulares estaban más asociados a la ciencia ficción que a la realidad. Ahí se llegaba o no a la cita, no había excusas.

En esa época pasaron muchas cosas. Algunos la recuerdan por el plebiscito del Sí y el No, otros por el Maracanazo y los menos por la Caída del Muro de Berlín. Mientras todo eso sucedía, la vida de cinco adolescentes cambió para siempre. Y vaya de qué manera.

De pronto, y sin quererlo, la mayoría de ellos se convirtió en papás y mamás en pleno colegio, mientras sus amigos y familiares miraban de reojo la situación, en una época donde los prejuicios venían de todos lados y el qué dirán estaba impregnado en el ADN de una sociedad conservadora.

La historia siguió su curso con nuevos aires y también varias sorpresas. 16 ó 18 años más tarde, estos jóvenes conocen otro regalo de la vida, esta vez no como protagonistas directos ni con el ímpetu de antes, sino con la calma de la madurez. Son los abuelos y abuelas a los 30 y 40 años.

Según el anuario del Instituto Nacional de Estadísticas de Chile, las parejas cada vez retrasan más la llegada de un hijo. En el caso de las mujeres, la edad promedio del primer parto se acerca rápidamente a los 30 años, especialmente en aquéllas que están casadas y optaron por una carrera profesional o de estudios.

Esta nueva realidad dista años luz de los adolescentes que fueron madres o padres entre los 15 y 18 años y que hoy lucen el título de abuelos. Una historia que se repite en sus familias y que sacó más de una lágrima y mirada al cielo.

'Uno tiene otra visión al ser abuelo tan joven. Si bien no es lo ideal en un primer momento, uno lo toma con sabiduría de haber pasado lo mismo. Antes uno iba a comprar un condón a la farmacia, y lo miraban raro, casi te pegaban con la mirada. Ahora eso es lo más normal del mundo', explica el periodista Cristhians Morales (ver su historia en recuadro).

Mientras algunos de sus amigos recién están pensando en formar una familia o ya tienen un hijo pequeño, este comunicador cuenta con bastante camino avanzado. Aquí el denominador común es mucho sacrificio y haber recibido el apoyo de los padres, aunque fuera a regañadientes.

'Yo no quería que le pasara a mi hija (o) lo que me pasó a mí', es la frase más repetida en cada uno de los entrevistados, pero el destino dijo otra cosa.

ROLES

El sicólogo Pablo Fuentes asegura que estos abuelos son extremadamente empáticos, pero a veces tienden a confundir sus roles, ya que los nietos pasan a ser una suerte de nuevos hijos, asumiendo un rol protagónico en su crianza y porque muchos de ellos los cuidan mientras sus padres trabajan o estudian.

Eso sí, el profesional también aclara algunos aspectos que pasan desapercibidos en un primer análisis. 'Ser padres y abuelos tan jóvenes muchas veces tiene un costo emocional interno para ellos, es decir, de no haber vivido etapas de su vida y que en algún momento puede significar cuestionamientos. Cuando ellos estaban criando o haciendo esfuerzos para salir adelante, sus amigos estaban pasándola bien y viviendo otras cosas. Eso puede ocasionar ciertas frustraciones', explica.

Nadie dijo que ser abuelo o abuela era tarea fácil, menos a los 31 años como ocurrió con Sandra Martínez (ver recuadro). Es más, confiesa que en algunos encuentros con sus excompañeras algunas no pueden creer que tenga un nieto de siete años.

Emociones, llantos, cuestionamientos, alegría y hasta rabia en un primer momento marcaron la historia de estos cinco protagonistas, que vivieron la experiencia de ser padres y madres cuando sus amigos estaban 'en otra'. Y el regalo de ser abuelos cambió nuevamente su horizonte.

Cinco historias, cinco vidas, varios nietos y mucho que contar.