"The Maze Runner, corren o morir"
Con el declarado propósito de convertirse en saga, al estilo de "Los juegos del hambre" o "Divergente", aparece el primer libro de "The Maze Runner" en la pantalla grande, que en estricto rigor solamente estira la cuerda de lo ya visto en otros filmes (y con mejores resultados): jóvenes que tratan de sobrevivir a duras penas, en una especie de campo de concentración al aire libre, flanqueado por murallas gigantescas que se abren y se cierran puntualmente dejando el camino a un laberinto custodiado por criaturas que no permitan ninguna posibilidad de huída.
Los muchachos llevan tres años en ese sitio, alimentándose con provisiones que les llegan por un conducto subterráneo, obligados a trabajar en comunidad y sin esperanza de huir de allí, a pesar que hay corredores que cada día, puntualmente, salen a recorrer los pasillos del laberinto, antes de que se vuelvan a cerrar las compuertas. Eso, hasta que llega Thomas y rompe la rutina: parece ser un líder diferente, que tiene muchas respuestas y un solo deseo: salir de ese sitio infernal.
Alguna vez el escritor Stephen King escribió un tema similar, con un conflicto más contundente, en su novela "La larga marcha", de 1979, bajo el seudónimo de Richard Bach. Contaba la aventura de un futuro distópico, con Estados Unidos controlado por un gobierno totalitario. Una vez al año se hacía una carrera donde un grupo de jóvenes tenían que correr una larga distancia para poder sobrevivir, sin que existieran paradas, mientras el ejército eliminaba a los que iban quedando en el camino.
De alguna manera, este filme toma los mismos elementos sin la maestría que pudo tener, pero se deja ver como entretención sin complejos, aunque se demora demasiado en elevar el tono de la aventura. Habla de un futuro apocalíptico, de un mundo dominado por una tecnología que pretende erradicar una plaga monstruosa y de científicos que experimentan con adolescentes que luchan por sobrevivir en alguna competencia, mientras enfrentan a duras penas un sistema que no comprenden.
Conviene destacar que "The Maze Runner" es la adaptación de la novela de James Dashner que combinó la ya mencionada "La larga marcha" con "El señor de las moscas", de William Golding, novela esta última que se deja sentir en varios personajes, en la estructura de la sociedad que han creado los muchachos y en la resolución de algunos pasajes, sin que alcanzara a rozar siquiera la profundidad de planteamientos que éstas tienen.
Porque acá, en esta ópera prima de Wes Ball, director de Hollywood que trabajaba antes en los efectos especiales de otras películas, solo interesa enganchar de manera directa con emociones muy básicas de los actuales espectadores, sobre todo adolescentes, que pasan por alto lagunas en su narración, soluciones y situaciones inverosímiles y explicaciones burdas.
Se echa de menos en esta primera parte de la saga -porque de seguro lo será- más espectacularidad, más ideas, mayor suspenso y, sobre todo, un tratamiento mejor de la secuencia final donde es tan básica la explicación que se brinda que el espectador acostumbrado a las grandes películas distópicas se siente estafado.
Lo que resta es una película entretenida, con un suspenso que se demora en aparecer y un misterio que se anticipa, teniendo como única gracia el peligroso laberinto que les impide a los protagonistas alcanzar su libertad.
Ahora solo queda esperar la continuación, porque es seguro que el estudio Fox tratará de emular el éxito de "Los juegos del hambre", haciendo una saga dirigida a un tipo de espectadores que hace rato solo acepta más de lo mismo.