"EL ALMA DE UN CONTEMPLATIVO DE DIOS Y DEL HOMBRE"
Es increíble pensar que una de las figuras que marcaron la vida antofagastina hasta el inicio de la fiebre minera casi no exista en la web, personaje que dio la vida por los pobres de la patria que lo adoptó y cobijó. No está muy claro el motivo por el cual es traído por sus padres al otro lado del mundo, ¿en busca de un mejor pasar, escapando de alguna guerra?
Pero el año 1899 llega el pequeño Antonio, cuyo nombre quizás fue cambiado en la oficina de migraciones. Antonio Rendic pasa su infancia en Antofagasta, ciudad que a pesar de seguir migrando, estaría fuertemente ligada a su memoria; posteriormente viaja a Copiapó por motivos colegiales y luego, universitarios, a Santiago, donde estudia medicina y paralelamente Pedagogía en Castellano. Quizás lo motivó lo mismo que a Estela Díaz Varín "conocer al hombre por dentro".
Fue tal su conocimiento del hombre que Antonio Rendic no optó por una vocación decidiéndose a hacer poesía y medicina. Se dice que atendía entre cuarenta y cincuenta personas diarias y gratuitamente, regalando incluso los pasajes y medicamentos a sus pacientes. Antonio Rendic fue llamado el médico de los pobres y con justa razón y sin ir más lejos, debido a todo esto y ser un devoto cristiano, se ha buscado su beatificación.
El médico de los pobres, el santo ciudadano, quien por sobre todas las cosas, hizo más que cualquier otro médico enfermo por el dinero, Don Antonio ya había recibido su pago y éste era el agradecimiento de los que él atendía, porque la vocación de justicia e igualdad es más fuerte.
Don Antonio, nuestro Antonio, escribió no solo el Himno de Antofagasta, sino también el de los Inmigrantes, y los de algunos Liceos. Antonio Rendic usa el seudónimo de "Ivo Serge", nombre que claramente nos muestra su profundo agradecimiento a su patria original, la Isla Brac, en Croacia.
Su poesía imploraba el valor probatorio del Hombre color ocre, color pampa, cuya piel ha sido oscurecida por ese profundo sol y su esperanza moldeada por el azul cerúleo del cielo que le roba su sombra. Mientras él, muy consciente de su actitud creativa, se esforzaba por darle un toque místico, que el mismo no intentaba desmentir, reconociendo su adhesión a escritores como los españoles fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, fray Luis de Granada, Jorge Manrique, o el italianísimo Dante. Sin embargo, su poesía fue siempre una invitación a reflexionar, a pensar por qué las cosas nos duelen, o simplemente porque no somos capaces de disfrutar el paisaje potente que nos atrapa, nos envuelve con tanta fuerza, que no nos deja escapar a los verdes prados del sur, sino que nos llama como las sirenas a los marinos.
Cuando hablamos del médico de los pobres olvidamos que también fue un poeta laureado, cuya principal motivación no solo fue conocer al hombre por dentro sino, además, fue ayudar al hombre por todos los flancos, desde el cuerpo hasta el alma.