400 familias soportan pobreza extrema en medio del basural
desigualdad. La "otra cara" de Antofagasta reflejada en sus campamentos.
Las dicotomías de la ciudad del PIB per cápita más del alto del país, se hacen evidentes al visitar el campamento más grande de Antofagasta, el cual lleva décadas sin lograr ser erradicado.
Detrás de galpones industriales y a un costado del vertedero La Chimba, cerca de 400 familias -según cifras de los dirigentes del sector- forman una toma creada de manera oficial en 1995 y que desde enero será el nuevo hogar del padre Felipe Berríos del Solar.
En el sector norte, junto a las siete manzanas que componen el campamento, existe un pequeño espacio al costado de las mediaguas. En ese lugar hay un comedor solidario, el consultorio, un jardín infantil y la capilla construida por los pobladores hace 14 años. Es ahí donde la comunidad espera este sábado la primera misa de Felipe Berríos como un miembro más del campamento.
CARENCIAS
Yesenia es madre de una pequeña niña, que juega sin entender nada entre los escombros esparcidos en la calle de tierra. Dice que la vida es compleja en el sector, sobre todo por la inseguridad que existe y las condiciones sanitarias que hay en todo el lugar.
"Este es el basural de la ciudad. Desde otros sectores viene gente a dejar sus desperdicios en cualquier parte porque no hay control. Para los que no viven acá es sólo un basural, y nadie mira que viven familias", dice la pobladora.
La primera postal antes de llegar al terreno, que ocupa una extensión cercana a las dos hectáreas, son las quemas de neumáticos, la basura en las calles de tierra y los perros vagos.
Pese a este panorama, hay quienes tratan de cambiar en algo la cara del campamento. Tras 20 años viviendo en el sector, Susana Véliz, encargada del comedor solidario y de cuidar la pequeña capilla, explica que se necesita dar a conocer la realidad que existe en el lugar, porque en la ciudad la gente no dimensiona el problema.
Problema
"Mucha gente que vive en La Chimba subsiste recolectando basura en el vertedero y pese a que es una realidad bastante fuerte, efectivamente se da hace varios años", comenta.
"Vivir en esta zona es complejo. Cada 20 días pasa un camión aljibe repartiendo agua a las casas, aunque en oportunidades demora mucho más y el agua se tiene que comprar", apunta René Rivera, quien vive hace 15 años en el sector más abandonado de la comuna.