"Yo vencí al cáncer porque no quería dejar solo a mi hijo"
Con su tenacidad, fuerza y valentía ha podido ganarle a la vida, salir victoriosa. Ha enfrentado pruebas difíciles, pero siempre ha salido adelante de forma positiva.
Pudo vencer un agresivo cáncer de mamas y sigue estando vigente, activa, al mando de la Seremi de Minería.
Amanda Pérez Ahumada es una mujer que con su experiencia de vida, sin lugar a dudas es un ejemplo a seguir.
¿Cómo recuerda su niñez?
-Nací en un pueblito de la Quinta Región que se llama El Melón. Mi infancia la recuerdo como algo muy hermoso, con mis padres, mi hermana y muchos parientes.
Somos una familia achoclonada, de fuertes valores, nuestro abuelo nos contaba historia, y nos juntábamos alrededor del brasero en los días de lluvia. Cursé mis estudios en un colegio católico de monjas. Después estuve en un colegio mixto.
¿Desde siempre quiso estar ligada al mundo de la minería?
-Uno de los grandes desafíos fue estudiar minería porque en mi casa no querían, porque toda la familia trabajaba en El Soldado: abuelos, tíos, primos, y todos eran hombres.
Para la familia esa era una carrera de hombres y que yo fuera a estudiar ingeniería en minas, era impensable.
Me vine a la Universidad de Antofagasta (exUTE) a estudiar ingeniería.
¿Cómo fue su incorporación al mundo laboral?
-Estudié con crédito y terminé mi educación ligada al mundo minero. Al egresar hice mi práctica en Chuquicamata, e hice mi tesis en ingeniería civil. Empecé a buscar trabajo, pero en ninguna parte encontraba porque era mujer. Estuve un año buscando pese a que tenía una excelente calificación.
Un día me llama un amigo y me dice que en el proyecto Puclaro en El Elqui, necesitaban un ingeniero en Minas. Había que hacer un camino con túneles. Tuve que demostrar lo que era lo que ellos querían.
¿Ese desafío fue fundamental para demostrar su profesionalismo?
-Ese fue el impulso que tuve para salir adelante como profesional y como mujer. Tengo una experiencia de más de 20 años en el rubro.
Después me fui a Pascua Lama. Ahí pertenecí al grupo de avanzada que era la que subía en mula a los cerros para hacer las prospecciones, y después ver los caminos y empezar con la prefactibilidad.
Luego me fui a Pelambres, estuve tres años allí. Dentro de las áreas estuve en la mina, y fue gerente de la inspección técnica de toda el área.
Bendición
-Me dediqué por completo a mi embarazo, a cuidar a mi hijo. Después que lo tuve, debí someterme a dos operaciones al útero debido a una endometriosis quística.
Al parecer esa situación generó problemas posteriores. Yo me controlaba cada seis meses, y por eso el doctor me dijo que estuviera siempre pendiente de mi cuerpo.
¿Allí comenzó su lucha contra el cáncer?
-Había unos quistes pequeños en una de mis mamas, y después de tres años se reventó una de mis mamas. Una tía, hermana menor de mi madre, falleció debido a un cáncer de mamas. Me hice varias biopsias y éstas no arrojaron nada. Me fue a Santiago y el 16 de abril del 2011, me dieron los resultados. Tenía cáncer, entonces decidí someterme a una intervención. Tenía un tumor y dije que lo extirparan.
Retorné a Antofagasta donde estaba radicada, y después de una semana el doctor me dijo que en los ganglios no había cáncer, pero había que operar de nuevo.
Ese fue el día más crítico para mí. Le conté a mi esposo y ese día lloré. Miré a Juan Pablo, mi hijo, y tuve que decirle. Pero también en ese minuto di gracias a Dios porque era yo la que estaba enferma, y no mi hijo. Yo sabía que podía aguantar los dolores, soportar el proceso, y en ningún minuto pensé en la muerte. Siempre tuve una mentalidad positiva. Pensé en lo que venía, en que si tenía que extirpar la mama lo iba a ser, porque no quería dejar solo a mi hijo.
¿Siempre tuvo confianza, supo que saldría adelante?
-Mi objetivo era salir bien, teniendo una mentalidad ganadora. Dije al doctor que sacara todo para minimizar riesgos posteriores. Me sacaron el tumor, el músculo. Pasé por la quimioterapia.