"La vorágine de fin de año"
Despedidas, graduaciones, ceremonias de clausura, presentaciones del colegio, paseos de curso, convivencias de fin de año, cenas de empresa, fiestas navideñas para niños, entregas de notas, compras de regalos, bazares, ferias de las pulgas, decoración del arbolito, ventas nocturnas, conciertos de Navidad… ¡Stop! Todos queremos que llegue fin de año. Pero cuando llega, lo único que añoramos es que pase pronto.
Entre las frases que más he escuchado estos días -y que incluso yo misma he pronunciado- están: "Ando como loca", "Estoy colapsada", "Esta época es terrible", "Estoy agotada", "Corro todo el día", y un interminable etcétera. ¿Tiene algún sentido que sea así? ¿Quién es el responsable de que mi experiencia se haya desbocado a este nivel? Alternativa A: Las circunstancias que me rodean. Alternativa B: Yo.
Si elegiste la alternativa A, déjame decirte que las noticias no son muy halagüeñas para ti, porque básicamente has optado por sentirte una víctima de lo que te sucede. Y lo que ocurre es que el rol de víctima lo único que te permite es volverte reactivo… y las personas reactivas se ven a menudo afectadas por su ambiente. Si el tiempo es bueno, se sienten bien; si el tiempo es malo, se sienten mal. Quizá hayan oído alguna vez hablar de Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austríaco y judío. Frankl estuvo encerrado en los campos de concentración de la Alemania nazi, donde experimentó cosas espantosas. Toda su familia murió en los campos, pero un día, desnudo y solo en una habitación tuvo una epifanía que denominó "la libertad última", esa libertad que ni sus carceleros podían quitarle. Ellos podían hacer lo que quisieran con su ambiente y su cuerpo, pero Frankl, entendió claramente que "en su interior, él podía decidir de qué modo podía afectarle todo aquello".
Estamos hablando de campos de concentración… en nuestro caso, es sólo la "vorágine de fin de año". En medio de las terribles experiencias que le toco vivir, Viktor Frankl "usó el privilegio humano de la autoconciencia para descubrir que entre el estímulo y la respuesta, el ser humano tiene la libertad interior de elegir". Me gustan estas historias inspiradoras, porque me invitan a ejercer mi libertad personal. Es verdad, el entorno tiende a enloquecer bastante en estas fechas. La gente anda un poco más nerviosa, ansiosa y apurada; hay más tacos, más gastos, más sobreexcitación. Además, el clima se pone más caliente y uno como que anda más hinchado y transpira más… ¿Y qué importa? El año se acaba, el verano está ad-portas, vivimos al lado de un mar maravilloso y de un cielo azul con un sol resplandeciente que se lo quisieran en cualquier parte del mundo. Les digo sinceramente que este fin de año quiero disfrutar y pasarlo bien, de corazón, de verdad. Cero estrés, cero agobio. Cero queja. Elijo la alternativa "B".
Marcela Munita Solé