Contar la trama de manera resumida de este filme del director y guionista Scott Frank, puede inducir a errores en su apreciación.
Sí, se trata de un ex policía de los años 70 que fue salvaje, alcohólico y conflictivo y que carga varias culpas en su espalda, lo cual parece algo ya visto. Y también está el tópico de la redención: en los 90, el viejo ex policía trata de esclarecer el asesinato de varias mujeres raptadas por dos individuos mientras "apadrina" a un muchacho que, en cierta medida, es su prolongación.
Pero el mérito de 'Caminando entre tumbas' -adaptación del libro "A Walk Among the Tombstones" de Lawrence Block, todo un referente de la novela negra, que creó al personaje interpretado por Liam Neeson: Matt Scudder- es que no solo se queda en la superficie sino que indaga, de manera melancólica en un paisaje, Brooklyn, llena de símbolos de decadencia y soledad de manera más que inteligente.
El personaje del policía Scudder había tenido una incursión cinematográfica en la cinta del director Hal Ashby, encarnado por Jeff Bridges, '8 millones de maneras de morir,' (con guión de Oliver Stone) y por eso no deja de ser curioso que se le retome, pero en una edad posterior y en un momento en que trata de abandonar el alcohol, asistiendo a las sesiones de Alcohólicos Anónimos.
De este modo, Scott Frank toma al personaje de Scudder y lo sumerge de lleno en una película de estilo clásico que se adentra en la intensidad de una violencia característica del cine nórdico (léase, Millenium) o el sadismo del cine surcoreano.
La escena anterior a los créditos es clave para comprender por qué este ex detective del departamento de policía de Nueva York comienza su tratamiento en Alcohólicos Anónimos y se transforma en un 'ojo privado' pero sin licencia.
A partir de este dato, el filme da cuenta de cómo los remordimientos y deudas impagas con su pasado lo persiguen hoy, hasta que una serie de secuestros que tienen como objetivo a narcotraficantes de la zona lo hacen recordar algo esencial: él es un policía, con o sin licencia, y lo suyo es la justicia.
Lo más interesante de este filme es que se toma su tiempo para mostrarnos el paisaje urbano y hacernos entender de qué modo éste modela las conductas de sus personajes, con sus palomares, sus cafeterías y sus esquinas peligrosas. Algo visto en decenas de filmes, cierto, pero que acá son ambientes funcionales para que el personajes se construya y se entienda en sus motivaciones.
Otro elemento de este anti héroe es que carece de tecnologías -no usa teléfono celular, no sabe usar bien los computadores y no tiene una red de ayudantes en altos cargos- porque es un veterano policía que viene de regreso de un mundo que hace rato perdió el rumbo. Y está solo junto con un niño indigente, a quien encuentra por casualidad en una biblioteca, y a quien decide apadrinar porque le recuerda cómo fue él.
De este modo, el gran mérito de esta en apariencia película menor es cómo consigue generar el clima del antiguo cine negro muy genuina, empleando con inteligencia elementos clásicos: la figura del antihéroe que debe rearmarse para una misión final (para ello Liam Neeson, el actor protagonista, está impecable), la ambientación que privilegia los tonos ocres y el gris le confieren un aire casi melancólico con sus constantes días lluviosos y oscuros y su exquisita banda sonora, con momentos sublimes ayudan al engranaje narrativo de manera pulcra, haciendo que 'Caminando entre tumbas' sea, sino el mejor, uno de los grandes títulos del año en cuanto a policial y se inscribe por derecho propio entre los buenos títulos del año.
Tal vez algo alargada en su metraje -casi dos horas-, la película plantea claramente su esquema vital: tenemos miedo de las cosas equivocadas y al final nuestra existencia no es más que un paseo por el cementerio. Puede resultar demoledor, sí. Pero esto es cine negro y hay que recordar que los auténticos personajes de este noble género siempre son tristes, solitarios y finales.
Buena.