Narrativa del Norte fronterizo
Puede atribuirse al crecimiento de la industria editorial al trabajo de Cinosargo u otras como La Liga de La Justicia y sellos del sur del Perú y Bolivia que se interesan en publicar a estos autores, quizá es la interconectividad que permite dar a conocer su obra más allá de los límites de la ciudad o la conciencia de que Arica no es el final de Chile sino la puerta que conecta el resto del continente; en los últimos 5 años hemos apreciado la madurez de narradores que cristalizan su literatura a través de publicaciones, premios y antologías.
Hay que destacar que son autores de no más de 35 años y que con estilos disímiles abren vías para la literatura del norte, tal como ha ocurrido con quien suscribe a través de su escritura creativa, Random o Soma. En Iquique, la prosa de Juan Podestá Barnao autor de El tema es complicado, en Antofagasta Rodrigo Ramos, con "Namazu" y en Vicuña, Cristian Geisse y sus "Hijos suicidas de Gabriela Mistra"l. Creadores a los que hay que atender.
En lo que atañe a la narrativa de frontera: Espinoza Bardi y Josmar Conde. El primero con 5 libros, colecciones de cuentos ligados al terror fantástico como a la figura del asesino en serie. Su narrativa es visual y responde a claves del terror ligadas al gore y las cintas clase B y si bien el influjo y tributo a maestros como Lovecraft, su trabajo es versátil y se instala como propuesta sustentable que trabaja esta línea de fantasía.
Conde a través de "Desborde", indaga relatos de intimidad y vida urbana de una generación desasida en que los detalles más superficiales gobiernan sus relaciones, toma el pulso a sujetos encerrados en su microcosmos, seres ambiguos. Crea atmósferas de encierro e individualidad. En esa medida, no es menor la tarea que toca a la crítica, llamada a investigar y ampliar las fronteras impuestas por el canon, completar los vacíos de décadas en antologías críticas y tesis, y dejar de suponer un estancamiento en la literatura del norte.