Con 25 años, Carolina Torres junto a su novio de la época y actual marido Iván Varela, comenzaron lo que es hoy un exitoso emprendimiento familiar. Era el año 2000 y un maletín con la maqueta de la primera guía de panoramas y servicios de la ciudad era su carta de presentación.
"Urbano" fue el primer emprendimiento de la pareja y se destacó por la calidad de su diseño y el interés que generó en esa época.
Partieron con un computador prestado e incluso invirtieron el dinero ahorrado para el parto de su primer hijo, para dar vida a sus sueños.
El lanzamiento fue un éxito a pesar de las 36 semanas de embarazo con los que Carolina enfrentó el desafío de poner en marcha la revista.
A los seis años el proyecto se convirtió en un portal digital transformándose en una de las agencias de publicidad y productoras líderes del mercado local.
Hoy cuentan con grandes marcas internacionales y empresas mineras como clientes. La clave, según Carolina, "es el hecho que no seamos diseñadores, lo que nos da la capacidad de ver el negocio desde arriba y dedicarnos a la gestión y no a la producción".
súper mamá
Partieron con la revista al mismo tiempo que nació tu primer hijo. ¿Cómo lo lograste?
-A los cinco días que nació Lucas (13), cuando me pude levantar de la cama y caminar derecha, me vine a la oficina con él en brazos.
Traía un canastito donde lo acostábamos, y si había que mudarlo, despejábamos la mesa de reuniones. Cuando se dormía, lo poníamos debajo del escritorio en ese canasto sobre una alfombrita y atendía a mis clientes por teléfono mientras lo amamantaba. Mis dos hijos aprendieron a caminar en la oficina.
¿Qué papel ha jugado tu marido y qué apoyo te brindó como hombre para criar a tus hijos en la misma oficina de la agencia?
-Nos repartimos las tareas y alcanzamos un ritmo para llevar el día a día. Al trabajar con los niños en la oficina, la ventaja es que hay una total comprensión de las modificaciones que debemos hacer en el espacio físico, para tenerlos acá. Teníamos alfombras con juguetes, ahí aprendieron a gatear. Pusimos rejas para que no se cayeran por la escalera que sacábamos cada vez que llegaba un cliente. Todas esas ventajas no las hubiese tenido en otro trabajo.
¿Les abrió otras perspectivas, es una experiencia positiva?
-Ha sido bueno para nosotros como familia porque ellos crecieron viendo todo lo que tienen que hacer los papás para ganarse la vida. Aprendieron que los cajeros automáticos no son unas máquinas que hacen dinero. Desde pequeñitos conocieron el proceso de ir a dejar una factura, de cobrar los pagos, de ir al banco. Ellos tienen claro el circuito desde donde sale el dinero y lo difícil que es ganárselo.
En el proceso, ¿qué ha sido lo más difícil para ellos?
-Durante el año su rutina es como la de cualquier escolar, pero en las vacaciones de verano tenía que levantarlos temprano y se venían a trabajar conmigo durante toda la jornada. Pero ellos tienen claro que ese esfuerzo tiene recompensas para todos como familia.
¿Has tenido algún conflicto con hacerlos parte de tu rutina diaria desde pequeños?
-Nunca me lo cuestioné, ellos tienen claro que éste es un desafío que emprendimos como familia. Por eso con mi marido nos preocupamos de tomar vacaciones con ellos tres veces al año. Eso no lo podríamos hacer si no fuésemos dueños de nuestro propio negocio.
¿Cómo has compatibilizado, ahora que están más grandes, tus jornadas o cuando tienes que trabajar el fin de semana, con el cuidado de tus hijos?
-Los abuelos de los niños han sido un pilar muy importante, pero cada día a las 18.30 horas apago el computador, cerramos la puerta de la agencia, tomamos a nuestros hijos y ya no hablamos más de trabajo. Nos dedicamos sólo a ellos. No trabajo horas extras, me voy a mi casa y me olvido y soy mamá solamente, porque ése es nuestro espacio como familia.
¿Qué beneficios les trae a tus hijos crecer en un ambiente emprendedor?
-Noto que son más creativos, nos dan ideas, visualizan proyectos. Siento que lo traen en el ADN eso de buscar oportunidades. Creo que inculcarles valores emprendedores a los niños es algo muy positivo. Cada año el colegio de mis hijos me invita a hacer una charla vocacional y los más pequeños son los más interesados cuando les digo que pueden tener una profesión formal, pero también hacer otras cosas que les gusten como bailar, o poner música y hacer de eso parte de su profesión.
¿Recomendarías a otras mujeres esta experiencia?
-De todas maneras. No hay que tener miedo, las mujeres somos muy capaces y hacemos de todo por sacar adelante a nuestros hijos. Ellos son el empuje para emprender un proyecto propio, y en nuestro caso Lucas (13) y Max (10), son pilar fundamental en este proyecto familiar. Lo ideal es que ellos más adelante también sean emprendedores y se sientan orgullosos de sus padres.