Poesía en Taltal
"Yo no tengo los mapas del mar", dice el poeta; y también "El mar está hambriento de ansias".
Problemático es para un poeta trabajar con palabras, que en su uso diario, ya tienen un significado (o más de uno). Como dijo el galés Ifor Evans, hay quienes han tratado de desembarazarse de esta traba en su deseo de crear diseños y ritmos desprendidos de lo que significan las palabras, pero otros, consideran el significado como de primera importancia. En algunos, de rica savia, digo yo, se observan ambas tendencias.
Como en Héctor Cordero. Poeta nacido en Taltal. Escritor de trabajo persistente durante décadas, al cabo de las cuales se observa claramente como ha crecido y avanzado en este "uso" de la poesía para expresar belleza, su relación con el amor y la muerte, pero también para contar historias y hablar de la comedia y la tragedia de la vida.
Su conmovedor homenaje a Francisco Robles no podría haberse escrito en prosa. De alguna manera me recuerda la Balada del Padre Gilligan, en su sentir y en la belleza de las palabras. Dulzura que se contrapone con fuerza a la terrible llamada de atención que hace a otro clérigo, Orozimbo Fuenzalida, en el poema Ayer entraron a robar.
Al prologar uno de sus poemarios, don Andrés Sabella dice de Héctor Cordero, que "Es un poeta que avanza, que no se fatiga en la dura faena de crear su universo". Dicho, de quien ha querido ser "un guerrero siempre, con algo de labriego y de poeta; nunca de sacerdote ni de señor"
Hoy, como tantos de nosotros, nacidos en la primera mitad del siglo veinte, Héctor expresa inevitable desconcierto ante la cercanía de nuestro mutis por el foro, y la conciencia de que estamos dejando "el piso" a quienes vienen. Lo leo en ese terrible "Perros Náufragos": "Las semillas de ti y la muerte mía apenas se miran de reojo en la intimidad sorda del closet"
Pero si "La realidad es solo la primera piedra de la obra verdadera, que es el sueño", sigamos soñando, poeta, dentro de nuestras palabras.