Desolada desolación
Ver la portada del último libro de Rivera Letelier, trae a mi memoria, el tiempo nostálgico de la infancia y las largas travesías a través del desierto en el ferrocarril longitudinal. En esos mismos carros de pasajeros los enganchados (engañados) soñaron con un futuro mejor, pensando que dejaban atrás la pobreza e iniquidad de los campos y que la realidad con un golpe terrible, los dejó anclados a ese mar tan desolado e indigno.
Las doscientas diecisiete páginas de la novela: "El vendedor de pájaros" (Alfaguara 2014) se estructura en cuatro partes, sesenta y seis capítulos cortos, incluso, algunos tan cortos que no alcanzan a ocupar una página completa. Como siempre, el lenguaje, es uno de los elementos que más me gusta de su narrativa, pues refleja su ethos pampino y poético.
El relato transcurre en una semana, tiempo cíclico del itinerario del tren que llega a la estación a abastecerse de agua. Tanto el argumento como el paisaje nos recuerdan la gesta heroica de los obreros de la pampa, con las oficinas salitreras que, al igual que en el último capítulo de la novela, muchos no saben si existieron o son producto de la imaginación de unos viejos melancólicos, donde la Oficina Desolación pasa a ser hermana de Macondo o Comala.
Los campamentos con sus casuchas de calamina, sin agua potable ni servicios higiénicos, con las denigrantes fichas, la división de clases sociales, la prepotencia de los vigilantes, esbirros de los gringos explotadores, el abuso desmedido e inhumano, la rebeldía de las mujeres, inspiradas por Belén de Sárraga, dan pábulo para la postergada rebelión y terminar con los mismos atropellos que dieron origen al movimiento obrero, en el cual el ejército chileno, al servicio de los poderosos, estuvo siempre dispuesto a la represión y matanza.
Mirada interesante a fragmentos de la historia nortina, que bien vale la pena mantener en la memoria, hechos que realmente pasaron y no como un miraje en medio de la actual desolación.