Llega febrero a su fin y así despedimos el período oficial de las vacaciones de verano. El país entero vuelve a la normal actividad laboral, después de este merecido tiempo para el descanso, y en el cual hemos dedicado gran parte de los chilenos a descansar, a compartir más tiempo con la familia, a departir con nuestros amigos de toda la vida sanos momentos de esparcimiento, a leer un buen libro con mayor tranquilidad, a viajar.

También fue la oportunidad para visitar o revisitar lugares diversos de Chile o el extranjero, conociendo a nuevas personas o visitando amigos de otras latitudes. En resumen, cada persona habrá realizado algo distinto de la rutina anual, para así volver a su lugar de trabajo o estudio, renovado y con mayores bríos para que este nuevo año laboral sea más productivo y eficiente.

El volver a empezar está comprobado científicamente no resulta una tarea tan fácil, es difícil retomar horarios, organizar el tiempo; tarea que resulta cada vez más difícil, con la inmediatez del mundo actual, pero en conclusión es una realidad que debemos asumir felices, agradeciendo tener un trabajo que nos brinda a la vez la oportunidad de disfrutar de una reconfortante vacación, considerando que sin ser seres irremplazables, cada día, desde nuestro lugar de labores, aportamos con nuestro genuino compromiso a construir un Chile más grande.

Ese tan positivo pensamiento nos debe animar y alegrar el alma, aunque nuestros nombres, no vayan, quizás nunca a ser publicados como " héroes de la Nación", en nuestro conciencia tendremos la gran satisfacción de haber aportado a la Patria positivamente, ya sea en las áreas de la salud, justicia, obras públicas, comunicaciones, educación; o cualquiera en la que Dios y la Vida nos asignaron como destino y además en un momento de nuestra existencia, escogimos de acuerdo a nuestras capacidades y habilidades personales, respondiendo como seres humanos al llamado de nuestra vocación.

Espero, sinceramente, hayan disfrutado de unas hermosas vacaciones, que al regreso de ellas lo hagamos pensando que volvemos con nuestro corazón pleno de bonitas experiencias, que pasarán a ser un dulce recuerdo en este caminar por la vida. Un exitoso y productivo año laboral.

El cada vez más próspero circuito de los pubs y centros nocturnos entrega un atractivo panorama para los antofagastinos y visitantes, pero que no está exento de ciertos problemas.

Uno de ellos, y quizás el más preocupante, dice relación con los ruidos molestos y la música en vivo que largamente puede superar los decibeles permitidos para las horas de descanso en barrios residenciales, especialmente durante los fines de semana.

Los karaokes, tocatas, la habilitación de las terrazas para fumadores y todo lo relacionado con ello provocan que para algunos vecinos las noches se transformen en una verdadera pesadilla, tema para tomar en cuenta y que merece todas las fiscalizaciones de rigor.

El problema de fondo radica en que muchos de estos locales funcionan con música en vivo o envasada superando los niveles permitidos por Salud, en que los vecinos ven vulnerados uno de sus derechos más esenciales.

Esta experiencia ocasiona cansancio físico y mental a los afectados, que se traduce en un progresivo empeoramiento en la calidad de vida de la persona, tanto dentro como fuera del lugar residencial. Los trastornos del sueño son uno de los principales problemas que afectan a los antofagastinos.

¿Qué hacer ante ello? Si bien es necesario destacar algunos esfuerzos emprendidos por empresarios para dotar a sus locales de implementos para aminorar los ruidos, otros claramente optan por el camino de la indiferencia y de no respetar la normativa vigente.

Es aquí donde las fiscalizaciones no pueden quedar en tierra de nadie para regular a quienes son "vecinos molestos". Salud tiene la obligación de velar por un tema que necesita de soluciones rápidas y efectivas.

El buen dormir es un derecho y eso hay que respetarlo como regla de oro. Nadie niega al desarrollo de estos locales o centros de entretención, pero siempre y cuando cumplan con todas las exigencias.

Tener un mal "vecino" siempre es permanente foco de conflicto y de malos ratos, especialmente a la hora de dormir.