Los Santoro, desde Italia trajeron la fuerza para vivir en el desierto Familias con historia
emprendedores. Familia tiene sus orígenes en el poblado de Cesaró. Descendientes llegaron a ser destacados comerciantes y profesionales de diversas áreas. Siempre unidos para enfrentar los desafíos.
Los orígenes de la familia Santoro se remontan a Cesaró, un pueblito que está cerca del Etna, y cerca de Corleone. Es una comunidad agrícola pecuaria que en los últimos 30 años, ha derivado en el turismo especializado.
María Carnabó y Gaetano Santoro formaron un matrimonio y tuvieron ocho hijos. Uno de esos hijos fue Francesco Paolo Santoro Carnabó que a su vez se casó con Felice Cavalaro.
La familia decidió cambiar de vida y se trasladó a Chile en busca de un mejor futuro. Francesco y Felice tuvieron varios hijos. Uno de ellos fue Calogero Santoro Cavalaro, que había nacido en Italia, pero que se estableció en el país. El quería tener la ciudadanía chilena.
Estando en el país tuvo varios hijos tras casarse con Amalia Saavedra.
Luego de enviudar se casó con una hermana de Amalia, y llegaron más hijos.
Como muchos inmigrantes era gente que llegó con las ganas de surgir, a trabajar. Alejandro Santoro, nieto de Calogero cuenta con orgullo la historia familiar. "Junto a un hermano se instaló con una sastrería. Atendían en Antofagasta y también en Pampa Unión. Luego cambió de rubro para trabajar como comerciante", dijo.
Socio
"Mi abuelo se asoció con un señor de origen inglés que tenía una casa comercial que se llamaba el almacén Inglés. Ambos atendían a la clientela, era una tienda de abarrotes pero que tenía de todo. Vendían abarrotes, productos secos, artículos de cocina, juguetes, géneros, etc.", precisó.
Como buenos italianos hay recuerdos de fiestas, encuentros familiares, siempre animados, la casa repleta de gente, niños corriendo, las mujeres cocinando. "Estoy acostumbrado a la bulla, que los niños jueguen, porque tengo esos recuerdos de niño. Los pequeños almorzaban primero y los adultos empezaban a comer cuando el nono (abuelo) se sentaba a la mesa. Las mujeres eran las encargadas de preparar y servir", añadió Alejandro Santoro.
Tras enviudar por segunda vez, Calogero volvió a casarse. Luego se produjo el incendio del "almacén inglés".
Luego de esa tragedia el abuelo decayó. La gente la decía que continuara con otro emprendimiento, pero él estaba afectado. Con su familia vivía en el sector de Salvador Reyes, lugar donde vivían muchas familias tradicionales.
"Mi padre me contaba que lo que el abuelo privilegiaba era tener abundante comida. En la mesa siempre había abundancia, era normal, no era una ostentación sino que él sentía que así debía ser una familia", puntualizó.
De los hijos de Calogero sólo uno pudo seguir estudios superiores, porque los demás comenzaron a trabajar. "Mi papá, Calogero como el abuelo terminó el segundo año medio y empezó a trabajar como inspector en el internado de la Escuela Normal. Tenía 18 años. Posteriormente ingresó a la Viña San Pedro, y después fue ascendiendo. Se convirtió en una especie de administrador y se trasladó a Calama para hacerse cargo de la oficina de la empresa", dijo.
Fábrica
Después realizó otros trabajos y posteriormente se fue a Santiago. Allá comenzó a trabajar con los hermanos Zalaquett, que tenían una fábrica de jeans y de ropa deportiva.
Pero al destino quería que Calogero encontrara el amor. Conoció a la que sería su esposa, una de las primeras enfermeras universitarias de Antofagasta.
Lila Vargas Collao estudió en la Universidad de Chile en Santiago, y siendo soltera vivía en la tradicional casa conocida como el "Castillo", que está ubicada en avenida Argentina esquina Bolívar.
Calogero iba a la casa de Lila con la excusa de que quería que le lavaran la ropa, en consecuencia que él tenía su casa y su familia. "Empezaron a conocerse y decidieron casarse. En 1953 se fueron de luna de miel a La Paz y se alojaron en el famoso hotel París, que hoy ya no existe", precisó.
Lila Vargas provenía de una familia muy religiosa (católica) y conservadora. De hecho en la familia hay tres tías que son religiosas. "Mi mamá fue la única que se casó. Así empezó a crecer la familia, primero llegó Calogero mi hermano mayor, luego nací yo y el último fue Giovanni. Nos criamos en una casa en calle Caracoles, luego vivimos en calle Bolívar, pero en 1961 nos cambiamos y nos fuimos al sector Gran Vía. Fuimos los primeros residentes", enfatizó.
Recuerdos
En ese tiempo había muchos niños en el sector porque la mayoría de los vecinos eran matrimonios jóvenes. Jugaban a la pelota en los terrenos donde actualmente está el Antofagasta British School. Lo único que había allí era la capilla de los padres Oblatos.
Memorables eran los paseos a la playa. Cruzaban hasta el balneario municipal y disfrutar de esas aguas durante la mañana. Eran niños de 7 a 9 años que iban en grupo y retornaban a casa a la hora establecida por sus padres.
Allí estuvieron hasta 1964, tiempo en que debieron partir a Calama cuando su padre Calogero debió hacerse cargo de la oficina de la Viña San Pedro. Los tres hermanos Santoro Vargas siempre fueron destacados.
En todos los actos y actividades del colegio eran llamados a participar.
Pasó el tiempo y Calogero, el mayor de los Santoro Vargas se trasladó a Antofagasta para estudiar Arqueología en la entonces Universidad del Norte. Luego partió Alejandro a estudiar Pedagogía pero después se cambió a Geografía, carrera que también siguió su hermano Giovanni. Este último decidió estudiar Fonoaudiología a Argentina y Uruguay.
Lila Vargas que era una destacada enfermera tenía la misión de dirigir el hospital "Carlos Cisterna" de Calama. "Recuerdo que llegaban del hospital a buscarla en la madrugada cuando había una emergencia. Ella tenía méritos suficientes y era reconocida por sus capacidades. Fue una de las primeras enfermeras de Chile que hizo un postgrado en administración de hospitales", confidenció Santoro.
Amor
En sus tiempos de estudiante Alejandro Santoro Vargas conoció a la que sería su esposa y gran amor, Silvia Orge. "Conocí a mi señora en la época de estudiante, pololeamos, pero después dejamos de vernos porque me trasladé a Antofagasta y ella se fue con su familia al sur. La distancia hizo que perdiéramos el contacto, pero felizmente nos reencontramos algunos años después", añadió orgulloso.
Formaron una sólida pareja, siempre apoyándose mutuamente en todos sus proyectos. La unión fue bendecida con la llegada de dos hijos, Francesca y Alexandro.
La primera estudió Derecho pero actualmente está cursando estudios de Teatro, mientras que el menor de los Santoro partirá pronto a Santiago a estudiar la carrera de Ecoturismo.