Como realmente somos
"No estábamos preparados para esta lluvia", palabras de nuestro intendente que reflejan en parte el drama que viven miles de personas desde el martes. Palabras que reflejan nuestra extrema fragilidad para enfrentar los embates con que la naturaleza no impacta.
Pero es así, la naturaleza, cada cierto tiempo nos trae de vuelta a la realidad, nos muestra como lo que somos, nos trae de regreso de esa fantasía de "jaguares de América". Nuestras falencias de preparación antes de las emergencias, para responder por no prepararnos adecuadamente, por no haber coordinaciones, por no tener siquiera una capacidad de mantener la conectividad al momento de una emergencia.
Se argumenta que hay algunas emergencias de tal magnitud que ninguna planificación permitirá actuar ante ellas, pero, en nuestro país, las catástrofes naturales son de tal magnitud y tienen tanta frecuencia, que no podemos quedarnos con esa respuesta. Ya en el terremoto de 2010 se vivió un episodio de colapso de las comunicaciones. Ya fuimos testigo de esa fragilidad, y ahora fue peor. Las propias autoridades no podían comunicarse entre ellas, dependen del sistema de telefonía. El alcalde de Mejillones declaraba que tuvo que desplazarse personalmente a la capital regional para pedir ayuda, por no tener comunicación.
La descoordinación entre los servicios era evidente, se actuaba por reacción, no en base a un programa dispuesto en alguna planificación, más bien con la ayuda de la experiencia o la intuición de algún funcionario. La gente no sabía donde concurrir en caso de requerir ayuda. Ante autoridades que no cuentan con credibilidad, no se acataban instrucciones de evacuar.
No existe coordinación con el sector privado, se desconoce con que se cuenta en la ciudad para actuar ante emergencias. ¿Sabe la autoridad con cuanto stock de alimentos cuentan los supermercados? ¿Cuánto resiste la ciudad sin conectividad, ya sea en alimentos, materiales de construcción, medicinas, agua? ¿Con cuánta maquinaria pesada pueden contar en forma inmediata o en el mediano plazo?
La naturaleza nos desnuda, tal cual somos, improvisados, poco previsores, indolentes ante el sufrimiento que podría venírsenos en cualquier momento.
¿Ahora esperar hasta la nueva catástrofe, para nuevamente lamentarnos?