El equivalente a cuatro veces el Fondo Nacional de Desarrollo Regional estimado para este año, o dos hospitales como el que se construye actualmente en el sector centro-norte de la ciudad es lo que se llevan cada año quienes sólo vienen a trabajar y viven en otras ciudades. Un fenómeno que cada vez se hace más común con la masificación de los turnos mineros 7x7.
Los cálculos indican que anualmente la economía regional deja de percibir unos US$556 millones por ese concepto, una cifra fría que tiene una serie de implicancias económicas y sociales, pero que también desnuda la incapacidad de las autoridades regionales y comunales para lograr una oferta de ciudad atractiva que entregue calidad de vida a su población.
Mauricio Líbano, presidente de la Cámara de Comercio de Antofagasta (CCA), asegura que esa dinámica de trabajo trae consigo serios perjuicios para el gremio. "Este cambio en los turnos mineros ha incidido que muchas familias opten por emigrar a otras ciudades donde el costo de la vida es considerablemente menor, afectando con ello indudablemente el rubro del comercio", dijo.
Según su visión, con esta modalidad crece el desarraigo por la ciudad. "Con mayor razón el trabajador piensa en que sólo está de paso y por ende, Antofagasta termina siendo sólo una ciudad proveedora de trabajo donde el compromiso por la misma termina siendo muchas veces nulo".
Retiros
Líbano también mostró su preocupación por el Plan de Retiro Voluntario que impulsa Minera Escondida. "Creemos que también será una oportunidad para que actuales habitantes evalúen dejar la ciudad en busca de ciudades más económicas y donde la calidad de vida es indudablemente superior. Es ahí donde está nuestro desafío, debemos ser capaces de generar una ciudad amigable, entretenida y de gran infraestructura, lo que unido a otras cualidades harán que la ciudad tenga una más alta calidad de vida".
En la otra vereda, desde la Federación Minera de Chile (FMC), si bien no hay plena conformidad con este tipo de turno, su presidente Gustavo Tapia, aseguró es el que más acomoda. "Nosotros hacemos la crítica al revés. Antofagasta y Calama son ciudades que no se han puesto a la altura para generar los servicios básicos que requiere la comunidad", dijo.
"¿Cómo es posible que Calama con el aporte que ha hecho y hace al país no tenga una sede de universidad estatal. Eso mismo, en menor medida se replica en Antofagasta, por eso los jóvenes prefieren salir a estudiar a la zona central. Lo mismo ocurre con la salud, no hay especialistas. Existe un total descuido por proveer a nuestras ciudades de los servicios mínimos. Si a esos dos aspectos le agregas el alto costo de la vida, entonces es muy lógico que la gente que tiene la opción de vivir en otra parte, adopte esa alternativa", explicó.
Campamento
Al respecto, el sociólogo César Trabuco advierte que en el mediano plazo "podemos convertirnos en una población vieja y pobre". Y explica: "Los que se jubilen acá y tengan buenas rentas optarán por irse a otras ciudades desde La Serena al sur, el resto se queda. También se puede producir una involución, que por temas de calidad de vida los jóvenes empiecen a emigrar con mucha fuerza hacia la capital".
Asimismo, advierte sobre la instalación del desarraigo como un sentimiento estructural. "Este es un proceso respecto del cual hay que actuar desde las políticas públicas mejorando significativamente la calidad de vida. No basta con ofrecer buenas remuneraciones, hay que garantizar -por ejemplo- que en materia de contaminación estás en las mismas condiciones que el resto del país".
Trabuco estima que los turnos de 7x7 nos transforman definitivamente en un campamento. "Cuando hablamos de campamentos, hay que mirar lo que pasó en las salitreras. Cuando un trabajador decide dejar a su familia en otro lado, eso implica que su hijo irá a otra universidad y perdemos también masa crítica. Perdemos por todos lados".