Gabriela Mistral, la inventada
No es fácil seguir a la Mistral en la múltiple fragmentación de su yo poético. La escritura de nuestra nobel pasó de ser un sencillo objeto literario útil a gobiernos y escuelas a develar una complejísima trama polifónica de voces que gritan, susurran, lloran, cambian de género, se ocultan. Que aburrida es la literatura cuando se la analiza exclusivamente desde la biografía del autor. Y eso es lo que se hizo por años con la obra de esta escritora de vida íntima reservada, limitándose la crítica a especulaciones y labores detectivescas inútiles por cuanto saber más sobre la vida de la autora, no despeja los misterios de los simulacros y máscaras de un artista, ni las posibilidades de comprensión y lectura de su obra. Con la entrega del material inédito a Dibam -más de 40 mil documentos- en el 2007 de esta poeta, ensayista y narradora excepcionales, es posible comprender mejor a Lucila Godoy en su contexto, más, develar a la Mistral en su torbellino y locura poéticas, producen el vértigo que generarían muchas voces interpelándonos a la vez.
Leer el trabajo ensayístico de la autora, en cambio, nos conecta con la lucidez y claridad de una intelectual que entendía manifiestamente las necesidades de nuestro país y del resto de las repúblicas latinoamericanas, que supo representarnos apropiadamente y visualizar reformas que vendrían a concretarse después. Su permanente errancia y cargos consulares le permitieron construir no solo un Chile mitificado sino también construirse a sí misma desmarcada de los códigos socioculturales exigidos en la época.
Su ausencia, -más no ausentismo, como decía ella- le permitieron desarrollar su diferencia mistraliana. Esto es, su mestizaje, su exilio, su palabra otra, vinculada a lo arcaico, a lo precolombino a una madre remota, ígnota. Mistral estudió y manejó los discursos decimonónicos patriarcales para luego desarmarlos y obviarlos en su poesía. Prácticamente no tuvo padre ni maestros, se autoformó en gran parte leyendo a la biblia, su madre verbal y espiritual. Aquella prisión de su cuerpo estatuario pudo liberarse a través de su lengua porfiada que habló como quiso, mezclando oralidad, lenguas extintas y los ritmos vitales de la naturaleza. Mistral se inventó como hablante múltiple, traviesa, y parece que no entendimos su juego.