"El neoliberalismo le robó el alma al chileno", lanza de entrada el exsenador, geógrafo y doctor en sociología, Carlos Cantero Ojeda.
Desligado de los avatares de la contingencia, el renunciado a RN en 2007 hoy está dedicado básicamente a la reflexión y la escritura. Dos aspectos que parece disfrutar demasiado a sus 58 años.
Lo complejo es que Cantero tiene hoy una visión sombría del panorama nacional y por ello reitera que urgen cambios transformadores. No se niega a una revisión de la constitución, pero especialmente se empeña en que la urgencia debe estar en romper con lo que califica de "secuestro" de la política por parte de los "dueños del dinero".
QUIEBRES
"Mi futuro no se resuelve en la casa del Choclo Délano", decía el titular de la entrevista que dio a revista Cosas hace 10 años. Cantero se sienta tranquilo y afirma que el tiempo le dio la razón. En tal sentido, puntualiza que estos conceptos los viene repitiendo hace largo rato.
"Hay una corrupción ideológica en el país; estamos en lo superfluo, en la banalidad, sin querer ir a los temas de fondo porque el poder del dinero está enquistado en todo", acusa una y otra vez.
El contexto es el conocido. Pérdida de confianza en las instituciones, en las empresas, el gobierno, la justicia y la política, una actividad a la que Cantero le dedicó prácticamente tres décadas de su vida. Hoy, entre sus libros y computadores, estima que las transformaciones deben ser sustantivas, para recién intentar salvar la crisis.
Cantero repite casi sin cansarse y con esa vehemencia tan característica que el fondo de los males se encuentra en la exageración del modelo económico que derivó en el extravío de los bienes públicos y la irrupción y consolidación del dinero en todos los espacios de la sociedad, por cierto incluyendo a la actividad política.
Esto no significa -marcando un quiebre- un cambio del modelo, el punto es aplicar un sentido más social.
¿Pero qué significa esto?
Esto se traduce en la casi desaparición de lo que él llama los "bienes públicos". Hoy se paga por todo, por los estacionamientos, los juegos, el descanso.
Sostiene que no le sorprendió que la derecha no manifestara reparos, pero sí que la izquierda terminara doblegándose a esa realidad, en definitiva, "también se rindió ante el poder del dinero".
En sus palabras, la carga del país, el inventario de bienes públicos, calles, áreas verdes, clínicas, seguridad está alterado.
Alguien lo hizo y hoy el grueso de lo que tenemos es privado. Esa es la tarea del político: cautelar los bienes públicos que garantizan la calidad de vida de la gente, resume.
"La política está en tensión por la mediocridad y la excelencia, depende de quien se imponga. Si continúa como nido de mediocridad, es decir, si sigue al servicio del mecenazgo y el compadrazgo, estamos muy mal".
IDEAS
Los minutos pasan y la conversación de Cantero no decae. En su escritorio teje ideas, apunta, recuerda, habla por teléfono, se ríe y parece satisfecho con su diagnóstico.
Hay que ir a las ideas, murmura y de paso censura a las instituciones filosóficas, educativas, que no están generando pensamiento propio y reflexionando del presente.
Y eso que hablamos de un masón de tomo y lomo.
"Tenemos una economía de mercado y requerimos una social de mercado, donde lo público está en la misma dimensión de los espacios privados. La salud, la educación son los ejemplos típicos. Hay un descaro. Los parlamentarios ganan millones, y la mayoría de los chilenos tienen 200 lucas para vivir, eso provoca tensión, frustración, injusticia, inequidad, entonces nos encontramos con que el que está mal quiere ir a incendiarle la casa al rico, aunque él mismo termine quemado".
riesgo
Parece claro que para su juicio, el riesgo es caer en populismos. Por ello -añade- debe refundarse el pensamiento y valores de la democracia. "Pero de verdad".
"La democracia de los acuerdos apuntaba al empate y no requería de la gente, que al final se dio cuenta de eso. Y este malestar está recién comenzando. Qué pasará cuando exploten los problemas de la salud, o la seguridad".
"Por eso no me niego a hacer una revisión de la institucionalidad chilena. Este edificio necesita profundas transformaciones; no me niego a plantear una revisión a la Constitución, con los ciudadanos siendo garantes. Si quieren seguir con cosmética menor auguro un quiebre institucional de proporciones, pasaremos a la demagogia, al caudillismo, al faranduleo político".
Aparece entonces el lado más serio de su personalidad. Declama, enfatiza, reitera, propone, discute y aparece más seguro que nunca.
"El poder político está cautivo del poder económico y esto alcanza del PC a la UDI. Tenemos una Presidenta que llevaba las banderas de la igualdad ¿y qué hace el hijo?", se pregunta.
¿Qué rol debe cumplir la Presidenta? - Ella está muy disminuida. Está herida en el ala y tiene dificultades para volar. Hubo inconsecuencia de su sector, saben que la izquierda pasó el platillo, con hipocresía… De la derecha ya lo sabíamos.
¿Qué debería hacer? - La Presidenta está a tiempo de hacer el gran cambio, transformar la desconfianza en confianza, buscando aliados en todos los sectores, trabajando por devolverle la dignidad a la política y por la equidad social. Yo le sugeriría llamar a un grupo constituyente, no una asamblea, y sobre eso hacer una reforma para la Constitución.
¿Cómo aprecia el futuro? - Con nubarrones y claridades. La gente se da cuenta de la importancia de la política y de tener políticos decentes. Si cambiamos los sentidos, lo podemos lograr porque los chilenos tenemos calidad humana y profesionalismo, sólo nos falta saber trabajar de manera colaborativa. Hay que sacar los malos elementos de la política, los empresarios tienen que ser más transparentes y hay que poner mucho cuidado en el poder del narcotráfico que ha ganado terreno en Chile. Yo opté por retirarme a una vida sencilla, tranquila, intentando capear el temporal. Y ahora veo que lo que dije, que mis ideas están más vigentes que nunca.
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