La larga vida de Dacia Maraini
María Constanza Castro M.
Académica Esc. de Periodismo CNN
Máster en Literatura.
La interesante escritora italiana, que estuvo de visita en la Feria del Libro de Antofagasta de este año, nació en la primera mitad del siglo pasado y, tras haber sido testigo de crisis de cambio, guerras y revoluciones, tiene muchas historias que contar. Su literatura es realista, al borde del naturalismo, y sus textos contienen datos históricos relevantes. Una de sus novelas más conocidas es La larga vida de Marianna Ucría que transcurre en Sicilia, en la primera mitad del siglo XVIII y corresponde a una suerte de investigación genealógica de su propia familia, que es retratada a través de Marianna, una mujer noble e ilustrada, que gracias al hecho de ser sorda, desarrolla un enriquecido mundo interior. La puerta de entrada y salida a este mundo es la literatura y la propia escritura, a través de la cuál logra comunicarse con los demás. Estos escritos redactados en sordina funcionan como un atractivo subtexto de la novela que va presentando contrastantes aguafuertes de la realidad social y cultural que se vive en esta Italia que tiene aún un pie en el medioevo, con sus ejecuciones públicas, violencia, analfabetismo y por otra parte lujos, exquisiteces del gusto y fijaciones estéticas.
De alguna forma es esta una novela de género en la que la mujer está inserta en la Historia cumpliendo roles secundarios y en inferioridad de condiciones frente al mundo. El mismo hecho de que la protagonista no tenga voz funciona como un eficaz símbolo de esta situación opresiva en la que los abusos, sometimientos y violaciones acalladas sólo pueden ser redimidos a través del fortalecimiento de este mundo paralelo que la educación y autoformación le permiten. Tan sofocante es esta realidad femenina, que la verosimilitud de la novela decae al emprender Marianna un viaje con su criada en la que abandonaría casa, haberes, familia, en pos de una cierta emancipación. La autora quiso liberar a su antepasada a través de la escritura, pero este viaje evolutivo pasa a ser una metáfora y deja atrás el estilo naturalista del relato, lo que nos hace entrever la imposibilidad de transformación de los escenarios en donde se desenvolvían las mujeres hace prácticamente tres siglos.