Relatos de sacrificio y esfuerzo en la histórica Chuquicamata
recuerdos. En el mineral hay historias de trabajadores que llevan una vida en la estatal. Un labor que tiene muchos privilegios, pero en el cual la familia y la salud son los principales postergados.
Roberto Jara es iquiqueño y de sus 60 años de vida, 36 los ha pasado trabajando en Codelco. Todos los días se levanta y se dirige a una de las secciones más agresivas de Chuquicamata: la Fundición de Concentrado, específicamente en el área de Mantenimiento Eléctrico.
La primera vez que puso sus pies en Chuquicamata fue un 2 de abril de 1979. Recién egresado de la Universidad Técnica del Estado entró a ejercer labores en la primera Planta de Oxígeno, que incluso era manejada por japoneses. Después de dos años, ingresó a la Fundición de Concentrado, lugar donde permanece hasta hoy.
Es padre de cuatro hijos. Tres de ellos son nacidos en Chuquicamata. A su esposa la conoció en Calama, si bien ella es de Andacollo, se siente de la zona, ya que su padre trabajó en el yacimiento y llevan gran parte de su vida por estos lados.
Vivieron en el campamento minero por seis años, pero debido a un problema de espacios y comodidad, decidieron establecerse en Calama, en la misma casa donde han estado gran parte de su vida.
oficina
Si bien no vivió muchos años en Chuquicamata, toda su vida giraba en torno al campamento, ya sea por visitar a amigos o familiares, realizar actividades recreativas en el Club Chuqui o retirar el sueldo en la oficina de pago.
Es por ello que también le da mucha nostalgia recordar el campamento e incluso sus hijos volverán a la zona para el centenario.
"Vivir en Chuqui era como vivir en una gran casa. Todos nos conocíamos, tus vecinos eran tus amigos, tus compadres. Imaginen que mi esposa todavía se trata de vecina con dos amigas con las que vivimos cerca y hace años que ya no somos vecinos", explica Roberto.
En cuanto al trabajo que ha realizado por tantos años en el yacimiento, Roberto expresa que en Chuquicamata es muy sacrificado, sobre todo en el área donde se desempeña.
"Si bien es cierto, uno puede estar agradecido de Chuqui porque te brinda muchas oportunidades, también hay que tomar en cuenta que la empresa debe estar agradecida de nosotros, porque a cambio hemos entregado salud, momentos familiares, una serie de cosas que valen más que el dinero.
El trabajo en la fundición es duro. Imagínate que cuando llegué ni siquiera había normas ambientales como las hay ahora. La contaminación era tremenda, ahora sigue siendo fuerte, pero antes era peor. Sin embargo, uno aguanta por la familia, por el orgullo de ver a tus hijos profesionales y perfeccionándose", dice Roberto.
recuerdos
Recuerda con mucha nostalgia las navidades y años nuevos perdidos que ha pasado trabajando o simplemente las vacaciones que ha tenido que pasar sin su familia.
"Esas cosas son impagables, porque te perdiste un momento grato con los tuyos. Te pierdes años nuevos, fiestas patrias, graduaciones, cosas que a lo mejor el resto de la gente no lo tiene en dinero, pero sí en felicidad familiar".
En sus 36 años de trabajo una de las cosas que más lo gratifica es el reconocimiento de sus pares. "Cuando yo entré a la Fundición se respetaba mucho más la antigüedad que los estudios. Con un compañero sufrimos harto, porque incluso nuestro jefe tenía menos estudios que nosotros y nunca nos valoraron eso".
Roberto piensa seguir trabajando hasta máximo el 2016, año en que su hijo menor finalizaría su carrera universitaria y así poder descansar y recuperar todos los momentos familiares perdidos.
emblema
Manuel Santander es otro trabajador que dedicó la mayor parte de su vida a Chuqui. Ejerce labores en la Calderería Central, donde lleva 46 años, siendo el trabajador más antiguo de todo el personal de la sección.
Recuerda perfectamente su primer día en la empresa, el que fue un 16 de mayo de 1969. "Desde ahí que trabajo todos los días con mucho ánimo y de verdad, jamás pensé en irme o cambiarme", cuenta Manuel.
Este trabajador no sólo es emblemático en Codelco, sino que también en la Escuela Industrial de Calama, ya que entró como uno de los alumnos fundadores y perteneció a la primera generación del establecimiento en egresar. Manuel, además es chuquicamatino, ya que su padre también trabajó en la estatal.
Vivió algunos años en el campamento, sin embargo, después del fallecimiento de su padre (1970) se trasladó junto a su familia a Calama. "Mi papá murió en un accidente automovilístico, de hecho, yo iba con él cuando sucedió. Él era jefe de turno e iba a trabajar y ahí ocurrió el suceso", cuenta Manuel.
Con su esposa, Alicia Cerezo, lleva 45 años casado. Tuvo cuatro hijos y actualmente es abuelo de 15 nietos. "A todos mis hijos les pude dar educación gracias a Codelco, por lo que estoy muy agradecido de la empresa, pues todo lo que tengo se lo debo a mi trabajo en este lugar", dice Manuel.
Su emoción aumenta cuando habla sobre la relación con sus compañeros de trabajo. "Soy bien querido por mis compañeros, quienes para no decirme viejo, me dicen tío". Se describe como una persona bien alegre y "bueno para la talla". Con los ojos llorosos expresa que "todos los días le pido a Dios que me brinde fuerza y salud para seguir trabajando, eso para mí es lo más importante: la salud. Yo voy al templo en la pega y todos los días rezo por ello", recalcó Manuel.
Al igual que Roberto, también piensa dejar de trabajar en 2016. Sin embargo, sus motivos no son estrictamente por la educación de sus hijos, ya que todos dejaron de estudiar hace años. "Quiero tener una jubilación digna. Tuve la experiencia de compañeros que se retiraban antes y después pasaron penurias, por lo que yo quería ser más organizado y prudente en ese sentido. Por eso sigo trabajando", recalcó.
Al hacer un recorrido por su vida, declara sentirse orgulloso e incluso, aun cuando lleva 46 años trabajando sin parar, con mucha energía. "El cansancio es lo de menos, uno saca fuerza de la juventud de su pasado. Yo me voy a ir de la empresa contento. Además, orgulloso de mis hijos y de mis 15 nietos, de los cuales tres ya son profesionales".
Sus hermanos también forman parte de la historia de Codelco, pues de los nueve (todos chuquicamatinos) ocho ejercieron labores en la empresa. Para él, su trabajo no lo ha sentido tan fuerte, sin embargo, lo atribuye a la preparación de su mente, pues estuvo toda su vida ligado a Chuqui, a ese trabajo y además estudiando en la Escuela Industrial.
centenario
Pablo Gahona lleva 39 años trabajando en la sección de Suministro Eléctrico. Al igual que Chuquicamata, esta sección que la componen 7 trabajadores, cumple 100 años de vida. Es por ello que la celebración es doble en esta oportunidad.
Pablo es una persona de pocas palabras. Reacio a aparecer en público, a sacarse fotos e incluso a las entrevistas, accedió a contar su experiencia, la que ha sido bastante grata.
El trabajo que Pablo realiza es en terreno. Es decir, estos trabajadores no pertenecen a un área en específico, como por ejemplo la Fundición de Concentrado o la Refinería, por lo que han ejercido labores en una gran cantidad de lugares dentro del yacimiento, el cual deben conocer al revés y al derecho.
Este trabajador nació en Arica, sin embargo, dice sentirse calameño. "Tengo varios años acá, así es que ya soy de acá", dice Pablo. Llegó hasta Calama a los 16 años y paradójicamente nunca quiso vivir en Chuquicamata, ya que no le llamaba la atención. Al igual que Manuel expresa sentirse muy agradecido de Codelco, cuenta que incluso su hijo también trabaja en esta empresa, donde lleva 13 años.
Ya siente que el trabajo está hecho, por lo que piensa retirarse el próximo año, pero con mucha alegría y gratitud a la estatal: "Yo estoy bien agradecido de la empresa. Todo lo que tengo me lo brindó Chuquicamata", señaló.
Chuquicamata pasará a convertirse en una mina subterránea en 2019. El objetivo es producir 140 mil toneladas por día por unos 40 años.
Uno de sus desafíos de ese proyecto es incorporar niveles tecnológicos elevados, en un proceso de mejoramiento continuo. Para lograr los niveles de productividad planificado se requerirá que los trabajadores y, en especial, quienes postulen a niveles de planificación, supervisión o liderazgo intermedio, tengan conocimiento de todas las operaciones unitarias involucradas en su área.
Además, los supervisores de primera y segunda línea deberán tener conocimientos técnicos especializados, de acuerdo a su postura de trabajo, en materias tales como: diseño y aplicación del método de hundimiento por bloque, técnicas aplicadas de geociencia (geología, geotecnia, geomecánica, topografía), interpretación de planos, sistemas de control, aplicación de conceptos de mantenibilidad y confiabilidad de equipos.
Es necesario recordar, por otra parte, que en las regiones del norte donde se emplaza el proyecto la mayor cantidad de explotación minera corresponde a Rajo Abierto, por lo que quienes quieran ser parte de la mina subterránea, tendrán necesariamente que participar en planes de reconversión y/o de reubicación.
Asimismo, quienes postulen desde otras regiones verán fortalecidas sus posibilidades de selección en la medida que cuenten con conocimientos de lo que significa una operación subterránea tipo Chuquicamata Subterránea.
Ayer se vivió otra jornada emotiva en el campamento de Chuquicamata, el que se encuentra abierto al público en general, debido a la conmemoración del centenario del lugar.
Miles de personas llegaron hasta el campamento para recorrer los lugares más característicos y participaron masivamente de todas las actividades que se dispusieron, las que fueron muy variadas: obra de teatro, una ceremonia de pago a la tierra, una romería al cementerio y también un hermoso show del grupo Los Pampinos.
Todo comenzó muy temprano, cuando aún ni siquiera había amanecido en Chuquicamata. Un grupo originario del pueblo Likan Antai extendió un manto andino e inició una tradición que agradece a la tierra por las bendiciones y riquezas que entrega.
ofrenda
Un silencio absoluto acompañó el tradicional pago a la tierra, simbólica ceremonia que recuerda el pasado y ruega por un futuro mejor.
En medio de un círculo integrado por la plana ejecutiva de Chuqui, encabezada por el gerente general, Sergio Parada, comenzó la actividad ancestral. Cada uno de los presentes se arrodilló y con la mano derecha hicieron una ofrenda a la tierra y con la izquierda recordaron el espíritu de las personas que han partido de este mundo.
100 años
desde que se fundó Chuquicamata se cumplirán mañana. Los festejos en el campamento se prolongaron durante todo el fin de semana.
US$4.200 millones
aproximadamente costará a Codelco el cambio desde la explotación a rajo abierto a mina subterránea en Chuquicamata, la cual está previsto entre en operaciones en 2019.
1.250 metros
de profundidad tiene la mina a rajo abierto de Chuquicamata y un ancho de 4,5 kilómetros. A partir de 2019 su explotación será subterránea.
O
Opinión
Diplomado Minería Subterránea JRS