Roles familiares
La familia en Chile no es la misma de hace cincuenta años. Esto queda claro en la publicidad en televisión de una conocida zapatilla que valora el esfuerzo de una mujer por lograr a costa de mucho esfuerzo las metas planteadas, sin embargo antes los avisos las graficaban siempre al lado de utensilios de cocina.
Era un sino insoslayable para nuestras abuelas, para quienes la biología las predeterminaba para realizar tareas propias del ámbito doméstico, sin ser remuneradas, sujetas siempre a la caducidad casi instantánea de sus obras. La inmortalidad era cosa de hombres.
Por cierto que la historia nos muestra que los roles de hombres y mujeres en el seno familiar no siempre fueron los mismos. Y hoy, conforme los procesos de las sociedades democráticas como la chilena echan raíces, las familias tienden a mostrar su variopinta forma de expresarse. Para muestras claras un par de botones: si en 1976 un 25,2 por ciento de las mujeres trabajaban hoy lo hacen en un 45 por ciento a nivel nacional. Si en 1960 las chilenas tenían en promedio 5,3 hijos el número actual es 1,89.
Para bien de las mujeres, su irrupción en el mercado del trabajo ha resquebrajado el rol patriarcal que habían venido cumpliendo durante centurias. Actualmente una pareja donde ambos trabajan conlleva un alto grado de aceptabilidad social. Una madre o un padre soltero, la opción de retardar la maternidad o una pareja del mismo sexo dejaron de ser temas tabúes.
Entonces los Gobiernos deben hacerse parte y en algunos casos adelantarse a estos procesos sociales. El derecho a divorcio, el deber que compete a los hombres con el pago de las pensiones alimenticias, el acceso en igualdad de condiciones a un posnatal parental, entre otros, han cimentado el camino para crear una sociedad más respetuosa, de cara a la modernidad, con mujeres más autónomas.
Estos principios nos impelen a trabajar ahora con un Ministerio de la Mujer y Equidad de Género por reformar la sociedad de régimen de sociedad conyugal, respetar la decisión de toda mujer a ejercer su sexualidad sin coerción alguna, a seguir estrechando puentes con los Derechos Humanos fundamentales que inculquen una vida plena basada en el diálogo y en aras del amplio sentido que debe tener una familia en Chile.