LECYA: LAS DECISIONES DEL PASADO DETERMINAN NUESTRO PRESENTE
Compromiso. Formar a nuestros alumnos con las competencias técnicas necesarias que preparan para una vida de trabajo.
Sin duda alguna que la decisión tomada por la sociedad sostenedora con la creación de este Liceo, hace ya 23 años, fue todo un acierto personal y profesional, toda vez que se ha ido concretando, sostenidamente en el tiempo y en el reconocimiento de las familias, en su propósito de ser un verdadero aporte a la educación en nuestra ciudad.
Nuestro presente nos dice que hemos recorrido una senda -parafraseando la parábola del sembrador- con algunos pedregales y espinos, pero gran parte de ese caminar ha sido por buena tierra, de aquélla que nos ha bendecido al darnos los frutos deseados. Nuestras generaciones de egresados representan, con meridiana claridad, que la semilla de la educación en nuestro Liceo ha sido fecunda, cumpliendo así con el norte fijado como propósito.
Nuestra historia se remonta a un ya lejano 5 de noviembre de 1991, fecha en que con mucho entusiasmo e ideales -y otro tanto de preocupantes, pero optimistas expectativas- hacíamos realidad la apertura de un nuevo establecimiento educacional técnico profesional del área comercial, con el objetivo de cooperar a satisfacer la ya creciente demanda que año a año manifestaban las familias por una educación de calidad que les permitiera a sus hijos e hijas un primer título, y no seguir siendo dependientes sólo de la educación superior, privilegio además de algunos pocos.
Como toda nueva institución, fuimos paso a paso levantando muros, muebles, libros, tecnología, áreas verdes, para acoger a una cada vez más interesada matrícula ávida de forjar su proyecto de vida al alero de este nuevo centro educativo "que les tendía sus manos al verlos venir", como anuncia nuestro himno lecyano, y que se comprometía no sólo a entregarles una formación especializada en el sector de administración y comercio, sino que también una educación sustentada en aquellos valores fundamentales y universales que pretende toda sociedad, toda familia y toda persona de bien.
Creemos haber respondido a esos intereses con mucho profesionalismo, con la cooperación inestimable de padres y apoderados, y la manifiesta disposición a aprender de nuestros estudiantes; éstos, la verdadera y central razón de la existencia de nuestro Liceo.
Asimismo que ellos, lejos ya de nuestras aulas, sabrán valorar su paso por nuestro establecimiento, las relaciones humanas construidas, los sueños alcanzados, también los pendientes, el bagaje reunido para enfrentar el mundo real y que les permitirá aportar lo suyo a la sociedad desde el lugar en que le corresponda vivir. Agradecimientos a nuestros exalumnos y exalumnas que han regresado a sus patios y a sus aulas con sus hijos e hijas, savia nueva que nutre nuestro quehacer académico, como así también todos los rincones de aquel local escolar que en una época los acogió con generosidad.
En este nuevo aniversario entregamos a todos los lecyanos de hoy y de ayer -alumnas y alumnos, madres, padres y apoderados, profesoras y profesores, asistentes de la educación- un fraternal saludo de reconocimiento y agradecimiento por su compromiso con su Liceo, por su aporte desde su particular espacio, por la confianza depositada en nuestro Proyecto Educativo, todo lo cual nos ha permitido dar cumplimiento a nuestro objetivo institucional: formar a nuestros alumnos con las competencias técnicas necesarias que preparan para una vida de trabajo, como asimismo formarlos como personas para una sociedad donde el humanismo tiene un sitial importante.