La política en el deporte
A menudo escuchamos o somos partícipes de conversaciones en las cuales se critican las manifestaciones políticas de un deportista. Desde el desconocimiento o cinismo se le censura y se dice que el deportista debe "sólo" practicar y demostrar sus habilidades dentro de una cancha. Y me pregunto ¿Y porque no? ¿Acaso el deportista no es ciudadano más?
Se hacen comentarios lapidarios diciendo "no mezclemos política y deporte", pero si somos honestos y juiciosos y revisamos la historia, observamos que la intromisión de la política en el deporte tiene muchos ejemplos.
Si un determinado gobierno baja su índice de popularidad, no nos quepa duda alguna que sus representantes harán todo lo posible por aparecer como el más forofo de los hinchas sonriendo al lado de los triunfadores. Apoyaran ese gran torneo, pero no porque les agrade determinado deporte, si no por recuperar el favor de la ciudadanía.
¡Cuán seductor es un estadio lleno! La algarabía se desata y allí está el líder del país levantando los brazos
Los estados se valen del deporte como herramienta de inserción ideológica. En el coliseo deportivo se simboliza una guerra y la victoria se convierte en un símbolo de cohesión.
La esencia del deporte es enmascarada bajo el manto de la identidad nacional como símbolo de poder. Esto fue posible cuando los estados tuvieron que hacer frente a los costos de organización de los grandes eventos. Recordemos las presiones que hizo la dictadura de Videla en el Campeonato del Mundo celebrado en Argentina 1978. O la prolongación de la Guerra fría que desembocó en el boicot de los EE.UU. y sus aliados a las Olimpiadas de Moscú 1980. y la venganza del bloque comunista en Los Ángeles 1984.
El deporte de alta competición representa la afirmación de la identidad nacional, ya que el estadio se convierte en el escenario donde la nación está representada por los colores de la bandera y el canto del himno.
También hay ejemplos gloriosos en donde el deporte ha sido el nexo de unión, tal como sucedió cuando Mandela recurrió al rugby logrando que Sudáfrica se reconciliara como país.