¡Un país, una selección!
Quizás la frase que encabeza esta crónica intenta retratar la magnitud de esta comunión deportiva entre la selección chilena de fútbol y el país. Ni los más veteranos recuerdan un hecho como el que acabamos de ser testigos y partícipes. Los equipos rivales fueron cayendo como piezas de ajedrez en el dorado camino hacia el objetivo Copa América.
Pero la tradición estadística nos amedrentaba, ya que históricamente nos quedábamos con el "casi" o el tan socorrido "campeones morales". Sin embargo, como dicen los entendidos, las estadísticas están para romperlas. Y así, poco a poco y apoyados por los sucesivos triunfos del equipo nacional, se fue instalando la ilusión, la esperanza, el creer que se podía. ¡Y vaya que se podía!
Los 11 chilenos que sudaban dentro del rectángulo nos fueron transportando y empujando a que la selección y el país formaran un todo, un colectivo que creía en la proeza de matar esos viejos fantasmas que ensombrecían al más popular de los deportes. Y aparece "la marea roja", las banderas, los cánticos, los tambores, que eran el preludio de que algo grande se estaba gestando.
El camino hacia la meta no fue sencillo, hubo partidos de mucha bronca, de roce, de fiereza, de meter la pierna sin miedo. Muchos candidatos y solo un ganador. Muchos pretendientes y solo una novia, la Copa América. Pero, Chile ofrecía un fútbol bonito, con riesgos, con presión, con entrega. Los más reputados cronistas deportivos así lo atestiguaban. Chile es un equipo con personalidad, con astucia, con osadía. Atrás quedaban los tiempos en que los chilenos salían al césped de perdedores antes de jugar. Y aquí queremos brindar nuestro homenaje a Sampaoli, este señor argentino que ha sido el jinete de este caballo ganador. Este entrenador ha dotado a esta generación estupenda de hambre de triunfos. Si lo tuviésemos cerca le diríamos ¡sos mi ídolo, che!
Y en nuestra memoria histórica nos quedará la imagen de Claudio Bravo levantando la Copa, esa señorita tanta veces pretendida y que nos esquivó durante 99 años. Ahora, eres nuestra, hoy eres parte de este país. Hemos sido enormemente felices porque te hemos conquistado.