Dos manos tendidas
SDeseamos justicia, igualdad, fraternidad. Porque debemos vivir sin estos valores y ser testigos cada día de que no están... Y el fracaso no siempre nos quita la esperanza, los sueños de que algún día esos raros regalos de la vida, enseñados en los evangelios y en otros libros de otras numerosas religiones lleguen a ser parte de las vidas de todos los humanos.
Deseamos que nuestros seres queridos nunca mueran, nunca se enfermen, nunca sufran, aun cuando sabemos que es inevitable.
Desearíamos tal vez vivir para siempre, o vivir una vejez permaneciendo lúcidos y autovalentes, acompañados y amados. Sin enfermarnos nunca, sin sentir dolor alguno.
Deseamos sol cuando hay lluvia, y lluvia cuando hay sol. Deseamos ir al campo cuando estamos en la playa. Y deseamos comer o beber lo que tenemos prohibido por salud.
Deseamos un poco de soledad personal cuando estamos abrumados por mucha gente y deseamos compañía cuando estamos solos.
Deseamos ser parte de un grupo de a dos, pero pronto comenzamos a añorar nuestra independencia y terminamos por seguir nuestro propio camino.
Sonreímos al despertar y a veces damos gracias por la luz de un nuevo día. Otras veces enfurruñados caemos en la queja, en la derrota, en la desesperanza.
Y debemos vivir así, cada día, sin tener lo que deseamos y anhelando aprender a disfrutar de lo que nos llega como obsequio sin que lo hayamos buscado. No sabemos si merecemos lo que recibimos, ni tampoco agradecerlo o atesorarlo.
Qué bien lo dijera el poeta Ivo Serge: "Cuando es sincero el amor/ por los seres y las cosas/ todo camino es de rosas/ todos los días de sol/ Vida toma el corazón/y haz que mis vidas vividas / sean dos manos tendidas/ y abiertas siempre al amor"
¡Cómo aprender a ser sabios para aceptar con alegría y agradecer eso, lo mejor de nuestra existencia: los gratuitos regalos de la vida !