El túnel de Sábato
"En todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío". Un clásico de la literatura argentina. Novela que atrapa y que insinúa el espinoso mundo de los críticos "especializados" en pintura, ampliamente reprendidos por el autor. Argumentos que podrían considerarse valederos para la literatura, música y todas las artes que se desarrollan en un medio colmado de desaprobaciones, desalentando muchas veces a los creadores y por ende, frenando un desarrollo más inmaterial de la masa.
La historia del pintor que asesina a su amada, comienza de inmediato con la revelación del protagonista: "Soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne, supongo que el proceso está en el recuerdo de todos… Aunque ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la gente… yo me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos, casi podría decir que -todo tiempo pasado fue peor- recuerdo tantas calamidades… que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza".
El protagonista reconoce que humillaba a su amada, para luego humillarse él pidiendo perdón. "¡Cuántas veces esta maldita división de mi conciencia ha sido la culpable de hechos atroces! Mientras una parte me lleva a tomar una hermosa actitud, la otra denuncia el fraude, la hipocresía y mi falta de generosidad".
María lo salvó de la soledad. Comprendió a primera vista el significado de su pintura, admiró detalles en el que nadie había reparado, le inspiró maravillosos sentimientos, pero ella, tenía dueño. El se conformaba, luego se volvió exigente. Entonces ella, impotente, se alejó.
"Esperé con ansias su retorno para decirle que la amaba y ella no volvía…creció en mí una especie de locura…Tengo que matarte María. Me has dejado solo. Entonces llorando le clavé el cuchillo en el pecho…Corrí a Buenos Aires…cuando me entregué en la comisaría eran como las seis. En estos meses de encierro, al menos, puedo pintar"
Una historia que nos hará meditar.