De verdad, es así
"Es que nosotros, los de la década del 50, fuimos formados y educados para un mundo que hoy no existe…Hoy somos ajenos, la realidad nos relegó y vivimos en un mundo equivocado, que no es el que soñamos…" -me asegura una coetánea compañera docente.
"La irrupción del libre mercado, con su arrollador e implacable consumismo, la competencia permanente, el luchar para imponerse, el individualismo es casi absoluto…" -agrega. Termino por aceptar sus palabras, son convincentes. Reflexiono, mientras veo en TV a dos estudiantes -muchachitas recién- trenzadas en una gresca descomunal, vergonzosa, que -con toda seguridad- quedará sin sanciones, sugiriendo el tratamiento sicológico como principal recomendación.
Lo que se conoce como "bullyng", no es nuevo. En el Liceo de Hombres, aquellos aprendices de hombres se trenzaban a puñetes "en los estanques". Otros fuimos a resolver nuestras diferencias al "peladero" de Puerto Nuevo, allí en la esquina de Copiapó con Latorre, espacio que ocupaban los circos de antaño. Tras de los mamporros, nada. Un apretón de manos y volvía a brotar una amistad cierta y duradera. Después de todo, ni rencores ni odios.
Hoy, las disputas empiezan en el Jardín. Comienzan a gestarse las diferencias. Siguen en las escuelas básicas, abriendo una verdadera brecha que separa a los alumnos, establece diferencias entre los apoderados y sigue -dolorosamente- con los profesores. Se abren caminos divergentes entre lo municipal (fiscal) y lo subvencionado y/o particular. Se juega con los resultados, se compite. Aparecen los rankings, una vara tremendamente injusta, que soslaya realidades.
He querido opinar, pero no se consideran mis planteamientos, porque "soy de otra época". "Usted, profe, no cacha una…" - me señalan con desdén.
No cedo. Mis razones no llegan a aquellos oídos sordos. Tampoco conmueven a quienes -hoy en día- son actores conniventes de esta debacle que nos muestra la TV.
¡Qué dura suele ser la verdad…!