Un cirio menos
Con la partida de Gilberto Paddy Mena, "El Abuelo Pampino", se apaga uno de los cirios que mantuvo encendido por más de cuarenta años, el cariño y el recuerdo de la pampa salitrera. Y como suele suceder en esta Antofagasta -insensible y difusa- se fue en el mayor de los olvidos.
Aciaga y dolorosa ironía del destino: Paddy Mena, el hombre que se esforzó por hacernos recordar tiempos idos; que nos hizo evocar entre trinos de mandolina y bandurrias; que nos regaló imágenes para refrescarnos la memoria… Que vivió porfiándole al olvido, murió olvidado, casi ignorado.
Hace un tiempo, compartimos en su casa museo de calle Sucre. Charlamos y hasta nos animamos a arrancarle algunas notas al fuelle de una vieja acordeón. Todavía tenía voz para canturrear los emotivos versos de un vals de los años cuarenta: "Primavera de mis veinte años/Relicario de mi juventud/. Otra ironía: el dúo aquél frisaba un siglo y medio.
Nadie como Paddy conocía historias, episodios, y vericuetos en el cantón Taltal. Las oficinas "Flor de Chile", "Chile" y "Alemania", conocieron de sus andanzas infantiles y de su desempeño como empleado. Los campamentos supieron de sus gestiones y su diligencia. Y más tarde, las agrupaciones de pampinos lo vieron surgir como líder indiscutido en esto de traer el pasado al presente. Así lo hizo cuando sostuvo el programa radial "Cómo recuerdo a mi pampa", dirigido a los pampinos jubilados. A sus auditores les regalaba música de antaño y leía notas del pasado salitrero en la región. No tuvo apoyo para continuar.
Hay razón para que en su despedida lloren las bandurrias. Se va a quebrar la voz en las victrolas. En su casa museo, deambularán desamparadas las miniaturas y las fotos amarillas vestirán de luto. Seguramente muchos lamentarán su partida. Entre éstos, aquellos que alguna vez le negaron la sal y el agua para sostener su museo.
Se ha ido un pampino ejemplar. Un hombre señero, que nunca olvidó a su pampa querida. ¿Cuánto tiempo nos demoraremos en olvidarlo?
Jaime N. Alvarado García