¿Jerarquía versus jesuitas?
"Las instituciones religiosas la forman personas virtuosas, pero con sus defectos también".
La Iglesia Católica hacia sus adentros está constituida por la diversidad de dones que el Espíritu Santo sopla donde quiere y cómo quiere.
La Compañía de Jesús es una orden religiosa que una de sus características es ir a las "fronteras existenciales", el Padre Hurtado bajaba al Mapocho a buscar a los desechados. No en vano el Papa Francisco se formó en la Compañía. Cuando saludó por primera vez a miles de expectantes, les dijo "bendíganme Uds. a mí y luego yo Uds". Dio el punto de partida a su Misión. Acostumbra referirse: "Desde las fronteras dispersas al centro, a la mesa del compartir las riquezas inconmensurables de la esencia cristiana, de Cristo". Su parábola: "Aquel señor que invitó a una fiesta a sus amistades, pero ellos se excusaron por motivos distintos para asistir. Manda a sus criados a buscar a los excluidos". "Nada de lo humano le es ajeno", pues todo proviene: "Vio Dios que todo lo que había creado era bueno". Vino a darle vida a las aspiraciones más profundas del ser humano. San Irineo decía: La gloria de Dios es la plenitud humana, y la del hombre en la plenitud infinita de su Creador, en comunión con todo lo creado.
Las instituciones religiosas la forman personas virtuosas, pero con sus defectos también. Cuando se pierde la brújula de la unidad en la diversidad y la diversidad en unidad se reedita "La Torre de Babel". El escándalo mayor: muchos predicadores, muchos cerebros, menos son los ejemplos que nos hacen ver a Cristo. La aspiración final de Jesús: "Que todos sean uno…". Pero los seres humanos estamos enclaustrados en nuestros propios paradigmas y, desde ellos "vamos creando a dios", "vamos interpretando a Jesús",
Los Papas suelen pedir perdón por tantas infidelidades al "Ama a Dios, y a tu prójimo como a ti mismo". Así de absoluto y "simple" resumió la Ley.
En el Concilio Vaticano II, no habían "mails" pero los misiles entre conservadores y progresistas eran frondosos.
Sabemos que Jesús, su vida, su palabra, sus milagros, su muerte, su resurrección ha dado y seguirá dando infinitas interpretaciones… Pero, tenemos una inexorable muerte que pone a la verdad desnuda: haber vivido en la fraternidad de las Bienaventuranzas para ir al encuentro: "Venid Benditos de mi Padre". Las Iglesias no son para ponerle rocas a quien se proclamó: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Pedro Aranda
Profesor de Filosofía