Jonathan Mondaca Escobar
"Nunca lo vi (al acusado del crimen), no tenía idea que vivía en la casa hasta el día del homicidio, cuando llegó preguntando qué había pasado. Es un cínico, todas las pruebas apuntan a él".
A los vecinos del pasaje Santa Inés en el sector de la Coviefi aún les cuesta creer que el profesor normalista Sótero Gahona Henríquez (77) fuera asesinado en su vivienda y, que el principal sospechoso del homicidio sea uno de los dos universitarios que arrendaban habitaciones en el domicilio ubicado en el sector sur de la ciudad.
El pasado viernes, la habitual tranquilidad de las mañanas en el lugar netamente residencial fue interrumpida por los reiterados toques al timbre de una casa. Se trataba de Ana, la viuda de Gahona Henríquez, quien solicitaba desesperadamente la ayuda de una de sus vecinas más cercanas en la Coviefi. La mujer que supera los 70 años, minutos antes había encontrado, boca abajo sobre un pasillo de cerámica, el cuerpo de su esposo.
Arrendatarios
Uno de los vecinos del profesor manifestó que cuando llegó en la década de los 80 al pasaje, Gahona vivía con dos sobrinos, quienes al crecer dejaron la casa. Luego el matrimonio comenzó a arrendar unas habitaciones que estaban al final de la propiedad, siempre a universitarios.
Este martes, el fiscal Mario Concha Matus, explicó en la formalización en el Tribunal de Garantía donde imputó el delito de robo con homicidio a J.O.D.F., que el joven de 27 años vivía hace seis meses en el domicilio de la víctima.
El joven cursaba Odontología en la Universidad de Antofagasta, aunque este año había sido eliminado de la carrera.
Algunos residentes del sector explicaron que nunca habían visto al estudiante de 27 años, sin embargo, sí recordaban "al otro arrendatario, que a veces lo veíamos en las mañanas saliendo a clases".
Lo mismo aseguró una de las vecinas, a quien la viuda pidió ayuda el día del crimen. La dueña de casa no quiso referirse al tema porque ese día quedó en 'shock' y al ser consultada sobre lo que pasó el viernes comienza a temblar.
"No puedo hablar, lo siento, mire lo nerviosa que estoy. (Al estudiante de Odontología) no lo había visto antes, sólo esa mañana cuando llegó y se sentó en la calle preguntando qué había pasado. Es un cínico porque todas las pruebas apuntan a él", sostuvo la vecina.
Otro de los residentes recordó que la noche del asesinato no escuchó nada raro, ya que su casa no colinda directamente con la vivienda del fallecido. Sin embargo, dijo que la mañana del viernes cuando llegó la policía, el joven de 27 años, a quien tampoco conocía, llegó y preguntó qué es lo que pasaba.
Heridas
Al saber la noticia se sentó frente a la casa donde arrendaba y en sus manos pudo apreciar unos vendajes que cubrían dos de sus dedos y un vecino encontró el certificado de atención médica de las curaciones en la calle. El joven parecía afectado pero luego la PDI supo que vivía en la casa de Gahona Henríquez y comenzaron a entrevistarlo.
Más tarde, J.O.D.F. fue trasladado para constatar lesiones, las que según su versión, habían sido generadas por la mordedura de un perro.
La declaración del médico que lo atendió en la Clínica Antofagasta y el peritaje indicó que las heridas no corresponden a la acción de una animal.
La casa permanece sellada desde el homicidio (ver recuadro superior) y la viuda estaría viviendo con familiares en Antofagasta. Incluso el otro universitario que arrendaba tuvo que ubicar a la dueña de casa ya que necesitaba sacar su ropa y elementos de estudio.
Policía busca rastros de ADN
El profesor de 77 años recibió una serie de golpes que corresponderían a un puño al momento de morir, según expuso la Fiscalía en la formalización del imputado. Desde el crimen, la casa permanece cerrada y la PDI ha realizado una serie de diligencias que se extenderán toda esta semana. Peritos del Laboratorio de Criminalística de Iquique llegaron a la ciudad para realizar un barrido completo a la vivienda en busca de restos orgánicos. La habitación del acusado será periciada para verificar si existen rastros de sangre del fallecido, ya que el joven de 27 años asegura que no tiene nada que ver con el crimen y que sólo se enteró cuando llegó a la casa.
6 meses llevaba arrendando en la Coviefi el único imputado por el crimen del profesor normalista. $30 millones guardaba la víctima en su domicilio. El dinero correspondía a parte de la jubilación y ahorros.